Pasión en Córdoba
Iglesias cofrades | Mármol rojo para el descanso eterno de dos reyes en San Hipólito de Córdoba
A ambos lados del altar mayor de este céntrico templo yacen los restos de Fernando IV «el Emplazado» y de su hijo Alfonso XI
En un edificio en pleno centro de la Córdoba moderna, la del ir y venir por bancos, librerías, tiendas y veladores de los bares, reposan dos reyes de Castilla. Sí, en un lugar de honor en el interior de la antigua colegiata, hoy Iglesia de San Hipólito .
Este templo, que consta de una nave única de gran anchura y altura, crucero y adornos del siglo XVIII, se erigió por orden del rey Alfonso XI a partir de 1341 como colegiata con prior y canónigos. Si se fija la mirada en la bóveda de la capilla mayor son bien visibles sus orígenes góticos .
A ambos lados del altar mayor llaman la atención por su color rojizo dos grandes sepulcros de mármol, en el que descansan los reyes de Castilla Fernando IV, apodado «el Emplazado» (1285-1312), que fue nieto de Alfonso X «el Sabio»; y su hijo Alfonso XI, «el Justiciero» (1313-1350). Ése fue el deseo expreso de éste último, pues en estas mismas tierras residió durante muchas temporadas.
No obstante, por circunstancias diversas, entre ellas la terminación del templo, los restos mortales de los dos monarcas permanecieron durante cuatro siglos en la Capilla Real de la Santa Iglesia Catedral. Corría ya el año 1736 cuando se produjo su traslado definitivo a San Hipólito.
Cuatrocientos años
Según cuenta Teodomiro Ramírez de Arellano en sus «Paseos por Córdoba», los restos de los monarcas en San Hipólito yacían en un principio en dos arcones de madera «pintados y cubiertos con terciopelo carmesí y galoneado, con almohadones en la parte superior en los que se posaban la corona y el cetro», como atributos de su condición real.
En el año 1846, los dos arcones realizados en madera se sustituyen por un material más noble
Fue la Comisión de Monumentos la que, «deseosa de darles más decente sepultura, recogió algunos mármoles del exconvento de San Jerónimo y con ellos le labró en 1846 los sepulcros en que hoy se guardan, sin que se enseñen los huesos a los curiosos como antes sucedía», ilustra Ramírez de Arellano.
El rey de Castilla Alfonso XI resolvió erigir el templo para conmemorar la Batalla del Salado y la dedicó al mártir en cuyo día, 13 de agosto, había nacido él.
Cofradía de la Buena Muerte
San Hipólito es, en la actualidad, la sede de la cofradía de la Buena Muerte , que venera al Cristo muerto del mismo nombre y a Nuestra Señora Reina de los Mártires, ambos esculpidos por Antonio Castillo Lastrucci, en 1945 y 1950, respectivamente. Procesionan en la Madrugada .
También es reseñable de esta iglesia la imponente imagen del Sagrado Corazón de Jesús . La iglesia custodia, además, una urna de plata con restos de Santa Concordia, que fue la nodriza de San Hipólito ; así como dos relicarios con reliquias de San Bonifacio, San Vicente niño, Santa Pomposa y San Abundancio, entre otras.
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