SEMANA DE PASIÓN
La eterna devoción a la Virgen de los Dolores
Miles de fieles hacen cola para rendir tributo a la Señora de Córdoba, celebración completada con el besamanos a la Paz

Pasan los siglos, pasan los devotos, pero Ella siempre está. Incorruptible al tiempo y a las modas. Majestuosa, pero humilde. Elevada a los cielos, pero siempre vigilante a las necesidades terrenales. La Virgen de los Dolores , Señora de Córdoba vivió ayer su día grande. Ése que lleva su nombre y que cada año mueve a miles de fieles alrededor de su plaza de Capuchinos . Una jornada más, las extensas colas fueron la tónica predominante en San Jacinto . Una larga espera que se repite como un ritual todos los años, pero que siempre merece la pena, porque tiene como recompensa rendir pleitesía a la reina de las devociones cordobesas.
Faltaban aún varios minutos para la madrugada del viernes, y eran cientos los fieles que ya esperaban fuera del céntrico templo para ser los primeros en felicitar a la Dolorosa en su festividad. Las puertas de San Jacinto se abrieron y la fría espera junto a la estatua del Cristo de los Faroles se convirtió en calurosa recogida a los pies de la Virgen. Un termómetro de fe que mantuvo alta su temperatura durante toda la jornada. Al amanecer, la luz volvió a la este año menos encalada plaza de Capuchinos. Con ella, asomaron los primeros devotos, que quizás movidos por la probabilidad de lluvia acudieron temprano a visitar a la «Señora».
Con la apertura de la puerta se empezaron a formar las primeras colas. Alrededor de las once de la mañana, el gentío se mezclaba con los turistas, que observaban con curiosidad la larga fila de devotos, que por momentos se perdía de vista desde la plaza. Entre la multitud, miles de flores e historias variopintas .
Uno de los momentos más esperados llegó con la Fiesta de Regla, presidida por el obispo de la Diócesis, Demetrio Fernández , que, un año más, quiso estar al lado de la hermosa Dolorosa, a la que dedicó palabras de alabanza. En su homilía, el prelado hizo referencia al pasaje del Evangelio en el que la Virgen y San Juan se encuentran bajo la cruz de Cristo para asemejarlo a la visita que los fieles realizan cada Viernes de Dolores a la venerada imagen, que los acoge en su casa
Besamanos a la Paz
Pero la visita a Capuchinos no terminaba en San Jacinto. A pocos metros, un resplandor blanco y plata emanaba de la iglesia conventual del Santo Ángel . Custodiada por San Rafael y por un gran dosel a la entrada del templo, la Virgen de la Paz se ofrecía al pueblo en solemne Besamanos en el día grande de este emblemático rincón. Con su hermoso semblante joven y regalando esperanza a los miles de cofrades y devotos que esta advocación posee en la ciudad, la imagen de Martínez Cerrillo acudió puntual a la cita que comparte cada año con su flamante vecina.