SEMANA SANTA DE CÓRDOBA 2020
La ermita del Santo Crucifijo de Córdoba: un viaje a una Semana Santa distinta
El cofrade Juan Carlos Jiménez estudia en su tesis a la antigua cofradía y a su iglesia con datos muy novedosos
Hubo un tiempo en que por cierta puerta que da a la plaza de la Magdalena salía un largo cortejo de disciplinantes y ocho pasos. Allí, en ese ancho espacio, incluso hacían una escenificación. Muchos se han detenido ante la ermita del Santo Crucifijo , cuya fachada y espadaña siguen impecables en la plaza, e incluso la puerta. Al entrar, sin embargo, se ve que está cegada.
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Juan Carlos Jiménez Díaz , cofrade de la hermandad del Amor, ultima en este tiempo su tesis doctoral sobre la cofradía del Santo Crucifijo, y hace de guía hasta el interior de esta capilla, que fue su sede y que ahora es la biblioteca de la sede en Córdoba de la Universidad Nacional de Educación a Distancia ( UNED ). Entre los anaqueles se ven la pileta del agua bendita y los retablos de obra con yeserías y dorados, muy bien conservados todavía, pero vacíos de imágenes.
Su tesis continúa un trabajo que comenzó con la publicación, en 2006, de un libro sobre el titular de aquella cofradía, hoy venerado como Santísimo Cristo del Amor en la parroquia de Jesús Divino Obrero, y sobre las dos cofradías que le han rendido culto. La tesis actual, dirigida por el profesor de la Universidad de Granada Miguel Luis López Guadalupe , tiene varios elementos novedosos, como el hallazgo del libro de reglas de la Cofradía del Santo Crucifijo y Patriarca Señor San José, aprobado por el provisor del Obispado en 1579.
Junto a ello, ha incidido mucho en el urbanismo, hasta el punto de haber estudiado la puerta de Andújar, junto a la plaza de la Magdalena. «No nos imaginamos el valor de la escenografía . Los balcones, como ahora, se decoraban y se limpiaban las casas, y además estaba la plaza», dice. Allí, en la plaza, la cofradía hacía el sermón del paso, en el que intervenían las imágenes de todos sus pasos: la santa cruz, la Verónica, Santa María Magdalena, Jesús Preso, el Santo Crucifijo con los dos ladrones, la Virgen del Traspaso y San José. «Es el único que se hace siguiendo los autos sacros », cuenta, mientras insiste en que también ha investigado el ritual de la curación de los cofrades, cuando terminaban la disciplina y se trataban las heridas con vino y unos polvos que les ayudaban a cicatrizar las heridas. Aquella escena era uno de los momentos más singulares de la Semana Santa barroca en Córdoba.
El urbanismo, y así se explica en la tesis, determina a la cofradía y así ha deducido que necesariamente tenía que dirigirse a la Catedral por la calle Muñices en la procesión de disciplinantes del Jueves Santo. Cuando se instala en el siglo XVIII la actual fuente en mitad de la plaza , supone un contratiempo para la cofradía, que hacía en esa zona esta representación con la que terminaba su procesión.
La ermita y la cofradía son además la imagen del gremio que la fundó y la rigió, el de Alarifes y Carpinteros . Su origen, recuerda Juan Carlos Jiménez, es hospitalario, y no penitencial, pero en el siglo XVI se convirtió en cofradía de disciplinantes . Juan Carlos Jiménez insiste en su poder, ya que a ella pertenecían los maestros de obras de la Catedral. Y era un gremio con prestigio e importancia. La fecha de sus reglas, en 1579, la convierte en una de las primeras cofradías penitenciales de la ciudad, ya que es poco después que la Vera-Cruz y las Angustias y al mismo tiempo que el Santo Sepulcro y Jesús Nazareno , entre otras.
El interior es todavía muestra de lo que fue. Está en primer lugar el retablo mayor , hecho, como todos los demás, en yeso con algunas partes doradas. Es de la década de 1720 y sigue el estilo barroco del momento. En la hornacina central, a modo de cortina que se abre, y con un fondo de estrellas, estaría el Santo Crucifijo , hoy Cristo del Amor, y a los lados la Virgen del Traspaso y tal vez San Juan. En los altares laterales, del mismo estilo, estarían San José (una imagen que ahora está en la iglesia de Jesús Divino Obrero) y Jesús Nazareno. El autor de la tesis resalta que todo es de obra precisamente por el carácter gremial, «y porque lo hacían ellos mismos y no les costaba».
Sobre dos de las hornacinas hay un cartabón y un compás , que algún observador ha confundido con símbolos masónicos. Juan Carlos Jiménez rechaza la hipótesis: eran los emblemas del gremio de los alarifes, instrumentos propios de su oficio, y por eso los disponían en su ermita. Al pie del retablo mayor, un frontal de mármol con un corazón y una espada . Es muy probable que sea el escudo de la cofradía del Santo Crucifijo, que tenía como titular, recuerda el autor de la tesis, «a la Virgen del Traspaso», que es lo que representa ese emblema.
Juan Carlos Jiménez señala además un momento clave para el crecimiento de la cofradía y es el año 1637, cuando el Papa Urbano VIII otorga una bula de indulgencias a favor de la ermita del Santo Crucifijo. En aquel momento esto significa una mayor afluencia de fieles y eso se nota en algo muy concreto: poco después el Concejo municipal rotula con el nombre de «Crucifijo» la calle a la espalda de la ermita. La cofradía desapareció en el siglo XIX y no llegó a salir como tal en la procesión oficial del Santo Entierro . Sí el titular, en 1854 y 1885, con el Círculo Católico de Obreros que tenían allí su sede por entonces.
En la década de 1950 pasó al Sector Sur y se quedó en la parroquia de Jesús Divino Obrero , donde el obispo Fray Albino le dio el nombre de Cristo del Amor y alentó la creación de su cofradía. El Obispado vendió el templo a una familia en 1972, luego pasó a manos de Cajasur y desde hace unos años es la biblioteca de la UNED, pero su impoluta fachada todavía recuerda su época de esplendor en una Semana Santa distinta .