Procesiones en la provincia
Los egabrenses consuelan a la Soledad
En Lucena, la estación de penitencia de la Dolorosa concitó a multitud de aracelitanos y residentes de la comarca
La provincia se llevó ayer las miradas durante el Sábado Santo , en el que ninguna hermandad hace estación de penitencia en la capital. Entre las distintas citas de los municipios cordobeses, destacaba la de Cabra : la Soledad de María a los pies de la cruz volvió a rememorarse en la localidad egabrense. E l nacarado rostro de la bella dolorosa atribuida a Pedro de Mena resaltó exultante sobre su paso durante la estación de penitencia que partió desde la parroquia de los Remedios donde tiene su sede la Real Archicofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Quinta Angustia.
Los vecinos aguardaban desde su salida el paso de la Señora que sobresalía sobre su esbelta peana de carrete mientras sonaban los sones, en esta ocasión interpretados por la Banda Sinfónica Municipal de Ogíjares (Granada), que por primera vez acompañó a la hermandad.
De nuevo, las calles de la localidad se convirtieron en un hervidero de gente. No faltaron tampoco las saetas que quisieron consolar la pena de la Señora, a cuyo término sonaron los característicos añafiles (también conocidos en la localidad como abejorros , debido a su grave sonido).
También mandaron estos instrumentos callar al gentío cada vez que el capataz ordenaba levantar el paso y la banda interpretaba un escogido repertorio de marchas que solemnizaron aún más el discurrir de la procesión.
Tras su paso por la plaza de España, dejando la carrera oficial, el cortejo empezó su recorrido por una serie de calles que en los últimos años se han convertido en lugares recomendables para ver la hermandad, donde se escogen marchas destacadas mientras el paso camina a paso firme y sin estridencias.
Bulla en Cabra
A su llegada a la calle La Cruz, la bulla se hizo cada vez más notoria ya que el público no quiso perderse las distintas lluvias de pétalos caídas desde los balcones y azoteas cuando el paso giraba mientras sonaba «Mater Mea», justo en la recta final de una estación de penitencia que concluyó con la entrada de la Señora en el templo cuando habían pasado ya las cuatro y media de la tarde.
Por la noche el punto de atención cofrade se desplazó a Lucena . Allí, la cuadrilla de Ángel Custodio Serena Varo procesionó a la Dolorosa de la parroquia de Santiago Apóstol entre la tarde del Sábado Santo y la madrugada del Domingo de Resurrección. Constituida en 1564, la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad consolida su devoción mariana con 800 hermanos.
De ellos, dos centenares acompañaron con una vela y el característico esparto a su titular en el itinerario penitencial. Multitud de lucentinos y v ecinos de municipios de la comarca contemplaron una p lástica estación de penitencia.
Esta vez, la Virgen , con un tocado muy austero y un corazón de plata y dorado, lució un fajín, bordado en oro fino por Martín Santoja y diseñado por Javier Aguilar.