La Capilla de San Álvaro

El cuadro perdido de la Virgen de los Dolores de Córdoba

Julio Romero de Torres pintó a la Señora de Córdoba en una obra de 1910 que lleva más de un siglo en paradero desconocido

«Pidiendo para la Virgen», una obra de Romero de Torres en paradero desconocido desde 1911 ABC
Luis Miranda

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Cuando en mayo de 1930 murió Julio Romero de Torres , el ataúd con su cuerpo recorrió una parte de aquella ciudad mientras sus habitantes honraban a su hijo más querido. El funeral fue en su parroquia de San Francisco, pero después sus restos visitaron San Jacinto para despedirse de la Virgen de los Dolores . La imagen más venerada de Córdoba estaba en sus cuadros siempre como una sugerencia, como una silueta familiar, como un fondo. Aparece de perfil sobre su paso procesional en dos cuadros muy conocidos: « La consagración de la copla » y «La saeta» .

La apertura en el archivo digital del Ayuntamiento de Córdoba de los documentos del autor ha permitido conocer una tercera obra, en realidad la primera por ser la más antigua, en que el pintor plasmó a Nuestra Señora de los Dolores. Es una obra en paradero desconocido de la que ni siquiera se conserva una fotografía en color.

La ex directora de los Museos Municipales de Córdoba y máxima experta en la obra del autor, Mercedes Valverde , ha estudiado esta obra que sólo conoce por imágenes en blanco y negro y que se titula «Pidiendo para la Virgen» .

Página del periódico «La Veu de Catalunya» en que se habla de la exposición ABC

La composición muestra a dos mujeres, una monja con las manos unidas y una mujer seglar con velo de encaje negro sobre la cabeza, propio de las celebraciones de Semana Santa . Es una composición dual clásica en el autor, que muestra a ambas sentadas ante una mesa petitoria en que hay una cruz y una bandeja de plata con algunas monedas.

Al fondo está el paso de la Virgen de los Dolores, que en esta ocasión aparece de frente por única vez. No se adivina el rostro, pero si su silueta característica con el manto negro. Ante Ella, tulipas y candelería para iluminarla, al modo en que muestran muchas de las fotografías que se conservan de esta época. Se adivina también un hombre encapuchado que puede ser un fraile o nazareno.

Detrás de la Virgen de los Dolores hay un Crucificado, y en aquel momento el único que salía en la Semana Santa de Córdoba era el Cristo de Gracia , que también aparece en «La Saeta». Las anchas dimensiones y la forma de la cruz evocan su imagen aunque sea en la lejanía. Delante de la Virgen están lo que parecen dos religiosas o dos mujeres con velos blancos cubriéndoles la cabeza.

Publicación con fotografías de la sala en que estaban las obras de Julio Romero de Torres ABC

Mercedes Valverde explica que este cuadro estuvo en Buenos Aires , en una exposición que se celebró en 1910, así que Romero de Torres tuvo que hacerlo ese mismo año o muy poco antes. Volvió a España y en abril del año siguiente en Barcelona se celebró una de las citas determinantes para el pintor: la Exposición Internacional de Arte, inaugurada en abril de 1911.

Un año antes, «Retablo del amor» había protagonizado la Exposición Nacional de Madrid con una mezcla de admiración y de escándalo, porque muchos censuraron su abierto erotismo en un cuadro que utilizaba una composición, la del retablo, que hasta entonces se había dedicado sobre todo a lo religioso. La obra quedó sin premio y hubo un manifiesto de intelectuales y artistas, encabezados por Benito Pérez Galdós , que clamaron contra lo que consideraban una injusticia por motivos de mojigatería.

En 1911 no sucedió lo mismo. Romero de Torres llevó a Barcelona «Retablo del amor», «Pidiendo para la Virgen» y el cuadro que hoy se conoce como «Flor de santidad». El primero recibió una medalla, se compró y hoy está en el Museo Nacional de Arte de Cataluña . El tercero ahora está en el museo de Córdoba y al segundo se le perdió la pista.

Página del diario «La Prensa», con una fotografía de «Pidiendo para la Virgen» ABC

«Ni lo he visto en color. Creo que lo compraría alguien en Barcelona», opina Mercedes Valverde, que sin embargo muestra varios periódicos en español y catalán que reseñan la exposición, elogian al pintor y muestran fotografías de sus tres cuadros, lo que atestigua su prestigio en aquel momento en el panorama general de la pintura española. En aquella ciudad que tanto le aplaudió se quedó aquella imagen congelada de la Semana Santa.

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