Semana Santa en Córdoba 2020

Crónica | Domingo de Resurrección, la despedida en silencio sin casi haber empezado

Las campanas anuncian una Resurrección que no sale de las iglesias

El Señor Resucitado y la Virgen de la Alegría, en la parroquia de Santa Marina de Córdoba Rafael Carmona
Luis Miranda

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Siempre tuviste la sensación de que ese domingo madrugaba más que tú. Tenías el cansancio ya metido en los huesos y sólo lo notabas cuando llegaba el parón del Sábado Santo . Al amanecer del día siguiente, cuando habías escuchado las primeras campanas que llaman a la alegría de la resurrección, ya sabías que todo se había desencadenado y que no verías el principio del solemne final.

Qué poco consuelan estos días las misas en las pantallas. Te pareció encomiable el esfuerzo de quienes las llevan a las casas de quienes tienen recomendado no salir de ellas, pero echas de menos la alegría de la celebración comunitaria, escuchar al sacerdote cerca y hasta dar la paz a los desconocidos.

Amanece el Domingo de Resurrección y si estás cansando de algo es de decepciones . No tienes en la camisa ni en la chaqueta una colección de estampas que te fueron entregando en las bullas y en las aceras, y que besabas con cariño y agradecimiento al encapuchado que te las daba. No ha sido necesario lavar la ropa más de la cuenta por el sudor de andar mucho y por el incienso que se le pega, si es que se entiende el incienso como una cosa que sea necesario desprender del tejido.

Los pies no acumularon rozaduras y los gemelos no están cargados de ir de una vez desde el Zumbacón al Campo de la Verdad, por alcanzar en unos pocos minutos la calle Amador de los Ríos desde San Rafael , y desde ahí otra vez hasta el Potro. No se te han metido marchas nuevas en la cabeza, de esas cuya melodía conocías, pero que ya identificas con el título después de haber mirado la partitura de un músico. No has tenido que hacer balance de las flores nuevas que has visto en un tiempo en que las clásicas son una excepción.

El Señor Resucitado, al salir de Santa Marina un Domingo de Resurrección Álvaro Carmona

No hubo este año acopio de momentos que recordarás y revivirás, ni tampoco de aquellos que otra vez te agradaron y esta vez no fueron para tanto. Ni sorpresas para bien ni para mal. No te ha quedado de recuerdo más que la sensación de unión entre los cofrades que no han podido estar cerca de sus imágenes y han rezado con ellas y a ellas, cada uno desde sus casas.

Todo se limita, y ni mucho menos es poco, a las velas en las puertas de las iglesias , a las estampas que se han colocado en ramos de flores a veces artesanales, a todo eso que se hubiera hecho de alguna forma con las imágenes en la calle y que ahora se tiene que hacer más o menos clandestinamente , pero que es igual de auténtico.

Ha sido a la hora en que has recordado que todos los años, en ese momento, te ibas a la calle. Ahora te asomabas a la ventana y sabías que te podía sorprender la alegría de las campanas que tañen para recordar la buena noticia del sepulcro vacío. Y desde ahí, con la mañana radiante, has recordado todos los momentos y esa despedida que casi ni querías hacer.

Exterior de la iglesia de Santa Marina, el Domingo de Resurrección de Córdoba en 2020 Rafael Carmona

Al cabo de una semana, de una Semana Santa , habías aprendido a esperar en las aceras y a moverte sin molestar demasiado a los demás, siempre sin perder la cara a los pasos, porque están hechos para verse. Por eso te movías a cierta distancia del Señor Resucitado , elegante y hermoso en su paso en la mañana llena de luz

Te lo has imaginado subiendo la calle de la Feria en toda plenitud, con la banda del Cristo de Gracia disfrutando de momentos que tardarán en recuperarse, y luego has recordado entre la cal a la Virgen de la Alegría , y has pensado en acompañarla hasta que entre. Metida quizá tras la caída trasera, que se estrena, y escuchar una marcha detrás de otra, porque serán las últimas en bastante tiempo. Eso también te ha renacido en la cabeza. Lo que no has vivido este año en Santa Marina es parecido a lo que no has vivido en ningún lado. Apenas te han quedado unas campanas lejanas.

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