EXALTACIÓN

Barón resalta el carácter penitencial del nazareno

El pregonero repasa la historia de la túnica cofrade e introduce anécdotas para realzar la figura del penitente

Barón, ayer en el pregón V. MERINO

R. C. M.

El nazareno es el más anónimo de las personas que integran un cortejo. El dorador cordobés Rafael Barón , exaltador ayer del III Pregón del Nazareno en el convento del Santo Ángel (Capuchinos) , lo sacó de su anonimato para resaltar el notable papel que juega este tipo de penitentes, que son los que dan «cuerpo» a las procesiones. El artista local , hermano de la Merced y El Carmen, ofreció pinceladas históricas de la túnica e introdujo emocionantes anécdotas vividas en Córdoba en su texto.

Barón arrancó con un « Padre Nuestro », una clara muestra de apoyo a esta oración cristiana y de rechazo a los « ataques » sufridos en los últimos días por la polémica versión recitada en Barcelona. A continuación fue introduciendo a los asistentes en el universo nazareno, repasando aspectos históricos y vivenciales de esta figura.

Del hábito apuntó, entre otros detalles de interés, su vinculación con los que utilizan las órdenes religiosas . Son los casos, por ejemplo, de la vestimenta trinitaria del Esparraguero, la dominica del Cerro o la franciscana de la Soledad. También aludió a la influencia sevillana para darle otro color a muchas de las túnicas que visten las cofradías, así como a la conservación del tono en corporaciones como las del Caído, los Dolores y la Caridad.

Uno de los momentos más emotivos del pregón tuvo lugar cuando contó una anécdota que escuchó justo el día en el que le comunicaron que iba a ser el pregonero. Según apuntó, un hombre encarcelado y condenado a muerte en el periodo de posguerra se salvó de este fatídico final cuando uno de sus hijos se encomendó a Jesús del Calvario. Al parecer, encontró un dinero que otro preso había escondido en la propia prisión para pagar su libertad y, en lugar de utilizarlo para ello, lo entregó a los carceleros. Este gesto desembocó en su liberación. Su hijo, vecino de San Lorenzo y devoto del Señor del Calvario, cumplió su penitencia como nazareno durante toda su vida.

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