HISTORIA

El auge de las cofradías de Córdoba durante el barroco

En esta época los desfiles procesionales ganaron en espectacularidad y vistosidad

La Virgen de las Angustias, una de las obras cumbres del barroco ARCHIVO

R. C. M.

La Semana Santa de Córdoba, sobre todo en los últimos años, goza de una gran vistosidad y solemnidad con las estaciones de penitencia de las diferentes cofradías. Sin embargo, gran parte de la estética actual de las hermandades cordobesas tiene su origen en siglo XVII, durante la etapa del barroco . Una época donde las corporaciones penitenciales de la ciudad ganaron en espectacularidad y aumentaron notablemente su masa social.

Así lo asegura el libro «La Pasión de Córdoba» , publicado hace algunos años por ABC con el patrocinio de Cajasur. Durante el siglo XVII las cofradías penitenciales alcanzaron su época de esplendor, donde además de la creación de nuevas hermandades se incrementó de manera sustancial el número de efectivos humanos . Un nuevo tiempo donde las estaciones de penitencia ganaron en espectacularidad y boato con los elementos estéticos del barroco en contraposición a la sobriedad de dichas procesiones durante el siglo XVI .

Procesiones a lo largo de la semana

Durante la Cuaresma, los cofrades y devotos de la época asistían a los sermones de las distintas parroquias de la ciudad, donde se les instaba a la conversión y a la práctica de la penitencia como «purificación de las faltas cometidas» . De esta forma, al igual que ocurre en la actualidad, las procesiones de Semana Santa comenzaban el Domingo de Ramos con la procesión de las palmas y concluían con la procesión del Resucitado, a cargo de la hermandad de las Ánimas de Purgatorio de la parroquia de Santa Marina.

En los alrededores de la Mezquita-Catedral se concentraba la mayor cantidad de personas

Sin embargo, las procesiones que atraían un mayor número de personas eran las de nazarenos y disciplinantes que se celebraban Miércoles, Jueves y Viernes Santo. Igualmente, durante la época barroca se instalaban monumentos artísticos en los templos, que eran visitados por numerosas personas durante los oficios de Jueves y Viernes Santo . Curiosamente, en los alrededores de la Mezquita-Catedral se concentraba la mayor cantidad de personas para contemplar el paso de las hermandades, ya que todas las cofradías realizaban estación de penitencia en el primer templo de la Diócesis.

Según explica «La Pasión de Córdoba», los testimonios documentales de la época reflejaban la masiva asistencia del vecindario «deseoso de contemplar unos cortejos procesionales que deslumbran por su vistosidad y boato» . De hecho, tal era la afluencia de público, que en marzo de 1602 el provisor general del obispado propone al cabildo catedralicio la conveniencia de suspender ese año las procesiones de Semana Santa , argumentando que la afluencia de gente agravaría las consecuencias del brote de peste que en aquel entonces azotaba la ciudad. Caso parecido a lo que ocurriría en la primavera de 1650, donde se excusaba los peligros que representan las aglomeraciones para el desarrollo de una mortífera epidemia que castigaba el vecindario.

El auge de las cofradías de Córdoba durante el barroco

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