CONFERENCIA

«Don Antonio era un apóstol de la palabra que en su predicación prendía los corazones»

El canónigo José Juan Jiménez recuerda la relación del sacerdote con la Cena y su Virgen, la Esperanza del Valle

José Juan Jiménez, en la parroquia de la Trinidad V. MERINO

R. C. M.

El canónigo de la Catedral de Córdoba y párroco de San Juan y Todos los Santos, José Juan Jiménez Güeto , ofreció ayer una conferencia dedicada a la figura de Antonio Gómez Aguilar y su relación con la hermandad de la Sagrada Cena. Lo hizo en la sede de la Fundación Castillejo a través de una ponencia que tituló « Don Antonio Gómez Aguilar y la Hermandad de la Sagrada Cena ».

La conferencia versó en tres puntos. Destacó que la relación de Don Antonio con la Cena durante unos diez años . «Todo parte a raíz de que Don Antonio ve a la Virgen de la Esperanza a del Valle en el escaparate de la desaparecida tienda Vellum cerca de la farmacia El Globo y pregunta por ella, contacta con el grupo de jóvenes y les invita a que sigan caminado en la parroquia de la Trinidad».

El canónigo realizó un recorrido breve sobre la biografía de Antonio , de la propia cofradía de la Cena hasta su marcha a la parroquia del Beato Álvaro y «hacia dónde debe caminar una cofradía inserta en una comunidad parroquial». El también párroco dijo del sacerdote –ya fallecido- que « destacó por vivir su ministerio a imagen del Buen Pastor. Un apóstol de la palabra que en su predicación prendía los corazones , valedor de cuidar la enseñanza desde la infancia creando guarderías, colegios, centros de enseñanzas medias y formación profesional educando en un espíritu crítico procurando preparar hombres y mujeres capaces de construir una sociedad más justa y solidaria».

Concluyó con que «su humildad y espíritu de servicio le permitió tener una especial sensibilidad hacia los más desvalidos y enfermos abriendo cuatro residencias para mayores, acoger los inicios de la Cruz Blanca especialmente en la calle Barroso y en Horno de la TRinidad y acoger los comienzos de los Hogares de Nazaret». Añadió que fue «un hombre que hasta su fallecimiento tras uña enfermeras larga y dolorosa jamás perdió la sonrisa».

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