La Cuaresma en ABC

Miguel Segura: «'La Pasión de Cristo' muestra el camino imparable de Dios por salvarnos»

El sacerdote colaboró en la película de Mel Gibson y 18 años después el mensaje y las experiencias del filme siguen tan vivos como en el estreno

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El sacerdote Miguel Segura, este viernes en la capilla de la Expiración de la Real Iglesia de San Pablo Ángel Rodríguez

Julia García Higueras

Córdoba

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Miguel Segura (Valencia, 1970) es un sacerdote legionario de Cristo que colaboró en la creación de la película 'La Pasión de Cristo', de Mel Gibson. Sus impresionantes vivencias con los actores, que quedaron para siempre marcados en la fe, y el mensaje evangelizador que rezuma el filme son esenciales. Es director espiritual de adultos y jóvenes del movimiento Regnum Christi en Córdoba y Bilbao. Colabora desde hace seis años con la parroquia Santa Luisa de Marillac junto a Manuel Pozo en el barrio Guadalquivir. En las redes sociales Instagram y TikTok cuenta brevemente las anécdotas del filme.

La hermandad de la Expiración de Córdoba lo invitó el pasado viernes a su ciclo de ponencias para preparar la Cuaresma. Este lunes está en Málaga y el miércoles 15 de nuevo vuelve a Córdoba, al Real Círculo de la Amistad para el movimiento Regnum Christi.

-Dieciocho años después del estreno de 'La Pasión de Cristo', ¿qué le sigue viendo usted de bueno como sacerdote a esta película?

-Lo que Dios es capaz de hacer por nosotros. Y mucha gente cuando la ve no la ve como cuando se dio a conocer en España como una película muy sangrienta o una tortura, sino que es capaz de ver una historia sobre el amor imparable de Dios. Hay gente que está descubriendo entre las líneas lo importantes que somos para Dios, que es capaz de vernos y saber que valemos toda su sangre. No sólo es que toque las emociones, sino que hace llegar a convicciones. He encontrado a muchas personas que viéndola descubren lo que realmente vivió Jesucristo por nosotros los últimos días de su vida. En contra de lo que la sociedad actual te dice de que no vales mucho, que no eres nadie, viendo la película te das cuenta de que vales tanto como el hijo de Dios. O al menos, Él cuando te mira te ve así y te transmite esa mirada sobre ti mismo tan valiosa.

-Buceando en el origen de su contacto en Roma con el productor y el director de la película, cuando usted era en 2003 vicerrector del seminario, ¿fue azar o ya los iban buscando como personas preparadas para elaborar los diálogos en latín?

-Efectivamente, fue fortuito o providencial prefiero decir. A través de un seminarista que encontró a Stephen McEveety, el productor americano, nos pidieron que les ayudáramos en los diálogos en latín. Al darnos cuenta de que era una película muy bien orientada y de que la fe que transmitía era la católica, les ayudamos primero en los diálogos en latín. Después, en la traducción de todos los subtítulos a todas las lenguas modernas y luego, cuando se fue conociendo que la película iba a producirse, en el ambiente de Hollywood había una opinión muy contraria y un ambiente que temía que desatara odio contra los judíos. Y nuestra participación fue asegurar que desde el punto de vista católico la película estuviera bien. Y estaba bien, nosotros no cambiamos nada. Les dimos la seguridad con la participación del cardenal Darío Castrillón Hoyos y con otras personalidades de la Iglesia que asegurasen que la película estaba bien desde el punto de vista católico.

Realismo y crudeza

«En la película rebajaron las heridas que aparecen en la Sábana Santa. Incluso lo que aparece en la flagelación es menos de lo que realmente fue»

-¿Encontraron alguna dificultad en su labor?

-No, fueron tres sacerdotes que colaboraron en la redacción de los diálogos y no debía ser un latín elevado porque era el hablado por los soldados. Fue sencillo de hacer, pero nos permitió empezar una relación de amistad y de colaboración en otros aspectos de la película y en sus vidas. Tanto que el actor protagonista, Jim Caviezel, participó en las misiones en México, en Veracruz. Llevó a diez chicos de Hollywood. Luego Stephen McEveety participó en nuestra espiritualidad. Mel Gibson venía a rezar el rosario, acudía todos los días a misa. Para nosotros fue una colaboración muy fluida.

-Pese a conocerla desde su gestación, ¿a usted también le resultó visualmente cruda la primera vez que la vio?

-La primera vez que la vimos, cuando la expusieron al cardenal, la vimos sin música y también sin efectos especiales. Esa vez a mí me impactó probablemente más que con música y con la postproducción. No me resultó chocante. Ellos, de hecho, rebajaron las heridas que aparecen en la Sábana Santa. Hicieron la prueba del maquillaje con eso, pero les pareció demasiado. Lo que aparece incluso en la flagelación es menos de lo que realmente fue. Por lo tanto, no es que es que la película sea sangrienta es que la Pasión de Jesucristo fue muy cruenta. Muchas veces se rebaja por motivos estéticos o por lo que sea y eso en realidad puede ser también una rebaja de lo que le costó amarnos. Yo estaba todo el tiempo viendo el camino imparable de un enamorado por demostrar sin posibilidad de duda hasta donde es capaz de llegar por salvarme, y eso cambia todo.

-¿Qué anécdotas o recuerdos no puede dejar de mencionar?

-Hubo muchos cambios en la vida espiritual de los actores. Los que hacen de Pedro y Judas son dos actores italianos que empezaron a participar en las misas. Jim Caviezel rezaba el rosario después de terminar de rodar las escenas cada día. En la flagelación en un primer momento lo hacían con flagelos reales, tenía una protección en la espalda, un espejo delante y fingía el dolor cunado venía el golpe. Pero uno de esos golpes le pegó en el costado y tuvieron que parar la producción para que se recuperara, sólo por recibir un solo golpe. Y esa herida la usaron como modelo de maquillaje. Eso te hacía pensar en lo que habría sufrido Jesucristo. A partir de ese momento hicieron la flagelación solamente con látigos digitales. Muchas veces que estuve en el set hubo actores que pidieron confesión, un actor de California se convirtió y la actriz que hizo de la Verónica dio su testimonio en un encuentro de juventud y familia. Ellos participaban en una producción llena de actores, pero sus ojos terminaban refiriéndose a lo que Jesucristo había vivido por ellos.

-¿Y alguna otra?

-Mel Gibson recibió noticias muy duras el día que habían perdido al distribuidor americano y fue un gran golpe para la película. La clasificación en Estados Unidos era R, muy restringida para el público. Él mismo puso su dinero para sacar adelante la producción porque no solamente era mostrar cómo fue. Más bien era una reflexión teológica de Mel Gibson sobre cómo ha tratado él a Dios y cómo Dios le ha respondido a él. Eso se puede aplicar a cada espectador.

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