EL NORTE DEL SUR

Agua

La guerra no ha hecho más que estallar y con los termómetros de esta semana asomándose a los cuarenta grados. Nos van a achicharrar

El dantesco paisaje que deja la sequía

Dos vecinos del Norte de la provincia llenan garrafas ÁLVARO CARMONA
Rafael Aguilar

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Pues al final va a ser que sí que hay cambio climático, compadre, aunque el Vaticano no se haya pronunciado, o no mucho. La otra noche, la del jueves al viernes, llovió brevemente en Córdoba, que es como tiene que hacerlo para que una tormenta quede bien en una canción o para que un poeta escriba que los paraguas le recuerdan siempre al pasado, pero que no sirve mucho para quitarle la angustia al técnico de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ni al presidente de la Empresa Provincial de Aguas (Emproacsa), al que la broma de los grifos que escupen un líquido turbio e insano en el Guadiato y en Los Pedroches le está costando al día, además de un disgusto, dieciocho mil euros, la roncha de cada jornada por desplazar camiones cisterna a los pueblos del Norte desde los depósitos de Villaharta y Montoro.

Los ganaderos que se acaban de reunir en su feria sectorial de Pozoblanco lo han dicho claro y preocupados: que tienen que desembolsar entre tres mil y cuatro mil euros al mes para darle de beber a los animales.

La gente que conoce bien el campo, que suele ser sabia, no se asusta tanto como los estúpidos hombres blancos con lo que ocurre con los ciclos de las precipitaciones pero sí que advierte de que algo está pasando y que el mal puede ir a más. Isabel del Río, una empresaria que organiza monterías en su finca del Parque Natural de Cardeña,reparaba hace un par de semanas en esas páginas en que los registros de los pluviómetros de su propiedad no llegan ahora ni de lejos a las marcas de hace una década. Que están por debajo.

Y Vicente Pomares, veterinario retirado con trienios en Hinojosa del Duque, añadía al poco que aunque la escasez no es nueva, sino recurrente, no hay que perder de vista que el problema está ahí. Los datos son tozudos: el embalse de Sierra Boyera tiene ya menos agua que un bidé: apenas llega al 0,1 por ciento de su capacidad, el nivel más alarmante de los depósitos de la provincia, que no disponen ya ni de un quinto de sus reservas, y todo con la estación seca en puertas, además de con la campaña electoral a puntito de empezar. La guerra de agua no ha hecho más que estallar y con los termómetros de esta semana asomándose a los cuarenta grados. Nos van a achicharrar.

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