Fiestas 2022

Los Patios embellecen la Navidad de Córdoba en su décimo aniversario como Patrimonio de la Humanidad

mejora

La declaración de la Unesco ha supuesto un impulso a los visitantes de la ciudad

Los Patios de Córdoba en Navidad, este martes, en Palomares 11 Álvaro Carmona

Javier Gómez

Córdoba

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La fiesta de Los Patios de Córdoba cumple diez años desde su declaración como Patrimonio de la Humanidad este martes. Una designación que ha supuesto un impulso definitivo, ya que consolida el tradicional concurso de mayo, pero también ha sido la llave para que los propietarios de estos recintos hayan podido apostar por la recuperación de otras tradiciones como su apertura en Navidad, como sucede ahora mismo, o incluso en Semana Santa, con la instalación de altares.

Los Patios de Córdoba ha abierto sus puertas en el Día de la Constitución en España para celebrar su décimo aniversario y como punto de partida a lo que serán las siete rutas por 29 patios de la ciudad que podrán disfrutar en los días más señalados de diciembre.

Propietarios y visitantes de Los Patios de Córdoba, en común a la ruta que ha realizado ABC esta jornada por los patios del Casco Histórico, coinciden en dos conclusiones que ha dejado la declaración de la fiesta como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En primer lugar, que «ha aumentado» considerablemente «el volumen visitantes» de estas joyas de la tradición arquitectónica y forma de vida en la ciudad.

De otro lado, que, sin lugar a ningún género de dudas y aunque hay diferentes problemas que resolver para su conservación e impulso, la declaración como Patrimonio de la Humanidad ha sido «positiva» para Los Patios y para la ciudad.

Apertura en Navidad

Buena parte de Los Patios de Córdoba han abierto sus puertas este martes en una jornada complicada para hacer demasiado turismo, por la aparición de la lluvia en las primeras horas de la mañana y que ha amainado con el paso de las horas.

El tiempo en Córdoba ha frenado la masiva asistencia de visitantes a los recintos cordobeses, aunque el goteo de turistas, incluso de cordobeses que aprovechan la tranquilidad actual, para visitar los rincones adornados con flores más conocidos del mundo ha sido continuo.

María del Mar Flores, propietaria del patio de Verdugo 8, señala que los diez años de Patrimonio de la Humanidad han permitido que los recintos y todo lo que conllevan «cada vez estemos más organizados, con mejor señalización, más conocimiento e incluso diría que más respeto por parte de los visitantes».

A su juicio, «esto tiene mucho trabajo durante todo el año, porque mantener las flores con los 45 grados que hay en Córdoba en verano» y que eso sea compatible también «con abrir en Navidad» es complicado. Flores explica que «evidentemente, en esta época los patios se ven diferente».

Qué le ha dado la declaración

María del Carmen Luque mima como voluntaria el patio de la iglesia del Juramento de San Rafael junto a otras compañeras. En la estancia, recuerda que «nosotros estamos abiertos todo el año por la iglesia», pero reinvidica que la declaración como Patrimonio de la Humanidad «ha sido positivo» para todos «y ha aumentado el número de visitantes».

María Celeste Almenara, en el patio de Mariano Amaya, añade que el nombramiento por la Unesco «ha supuesto un impulso» para que la fiesta sea más conocida aún de lo que ya lo era anteriormente. No hay muchas visitas por la lluvia de la mañana, pero en esta casa llega el primer encuentro con los visitantes.

Encarna Herranz, que viene a hacer turismo con varias amigas desde Zaragoza, explica orgullosa que «sí, sabemos que hoy hace diez años de la declaración de Los Patios como Patrimonio de la Humanidad». En su caso, apunta que «ya los conocía porque viene hace 35 años», aunque reconoce que «son una maravilla». Además, ensalza que «hemos venido a Córdoba por Los Patios, pero también por la Mezquita-Catedral».

Pozanco 6 da otra visión de las reducidas dimensiones en las que se puede hacer una obra de arte de la botánica para aprovechar los espacios de un coqueto espacio. Mantiene la esencia de la primavera, con las plantas recién podadas en muchos casos.

Situación

Loli Prieto y Santiago Hernández supervisan el patio de Palomares 11, que acoge la sede de la Asociación de Claveles y Gitanillas, una de las más importantes para el impulso de esta tradición. Para Hernández, la declaración de la Unesco, a los diez años de aniversario, ha sido «un reconocimiento al trabajo de los cuidadores de los patios».

A su juicio, ha tenido una derivada «buena», que ha supuesto que «venga mucha gente a verlos y a Córdoba», pero también «otra mala», ya que se está perdiendo «el interés por este tipo de casas, por lo más cercano y por esta forma de convivir».

Como Rafael Barón, propietario de Pastora 2, insiste en que la apuerta de puertas en Navidad y Semana Santa «no son fruto sólo de dar cabida al aumento de visitantes». Realmente se trata de una oportunidad «para recuperar tradiciones de Córdoba, ya que en estos patios era normal abrir las puertas para difrutar de estos días con los vecinos compartiendo anís, pestiños y lo que cada uno tenía, entre música y villancicos».

De hecho, refleja que la «apertura en Semana Santa responde a un empeño personal por recuperar también la instalación de altares el Jueves Santo, como se hacía antaño». Evidentemente, toda esta actividad de recuperación ha sido posible gracias a la declaración, pero no sólo por ella.

Cambios de flor

El paisaje y la explosión de color que se puede ver ahora en los patios en Navidad es muy diferente a lo que sucede en primavera. Tiene una explicación, las «gitanillas y los geranios ahora no están en época de flor», apunta Julia Pérez, madre del propietario de Zarco 13. De hecho, ahora hay «pascueros, azaleas, begonias y ciclamen» más resistentes al frío del invierno.

Barón, por último, recuerda que pese a las bondades de que Los Patios de Córdoba sean Patrimonio de la Humanidad también «hay problemas» por resolver. En este sentido, pide «al gobierno y la Junta de Andalucía que se unan al Ayuntamiento en el apoyo, porque el Consistorio poco más puede hacer sin las demás» instituciones.

A su juicio, hay que resolver cuestiones como que «al hijo de un propietario le quiten la beca por haber cobrado una subvención por participar en el concurso». También pone la voz sobre la obligación de «trabajar en el relevo generacional». Son cuestiones que ni la Unesco y sus diez años como Patrimonio han podido mejorar.

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