Juan Salamanca(Biovalle): «Las naranjas de afuera ponen en peligro a nuestras producciones»

La empresa, con sede en Palma del Río, se ha consolidado en el mercado con su apuesta por la naranja ecológica y nuevos canales de venta, como es el caso de Internet.

-¿Cuál es la historia de Biovalle?

-El proyecto como tal surge en 2011 cuando logré, tras 13 años intentándolo, convencer a mi hermano César de redirigir su negocio de la naranja convencional hacia ecológica. Procedemos de una familia que ha trabajado en el campo desde la década de los años 40 en el siglo pasado. Los primeros años de la empresa fueron muy complicados porque hay hacer muchos cambios, como es la forma de cultivar, ya que el arbolado sufre mucho al estar acostumbrado a otra manera de alimentación y, de repente, para su fertilización tiene que asumir abonos orgánicos y estiércol, que se centran más en la tierra. Hasta que no pasaron cinco años no logramos que los naranjos se adaptasen completamente. En el apartado comercial también hubo dificultades porque no teníamos ninguna experiencia en este ámbito. La situación fue más positiva a partir de 2018 cuando empezamos a consolidarnos y actualmente estamos muy contentos. Antes teníamos que buscar nosotros a los clientes y ahora ocurre al revés.

-¿Por qué ese deseo de producir y comercializar únicamente cítricos de origen ecológico?

-En nuestra infancia mi hermano y yo vivimos junto a un huerto de naranjos y de ahí, viene nuestro amor por la naturaleza y, en mi caso, en formarme como biólogo y trabajar en el mundo ecológico, mientras que mi hermano se ha dedicado siempre a trabajar en el campo. Creo esta forma de trabajar ayuda a cuidar de la tierra y a recuperar algunas variedades de la zona que estaban en peligro de desaparecer. También tienen un aspecto ligado a la salud muy importante.

-¿Qué características tiene la finca en la que siembran sus productos?

-Es una explotación pequeña de tipo familiar que manejamos entre mi hermano y yo y que cuenta con una superficie aproximada de unas 15 hectáreas. Allí trabajamos con una técnica llamada agroecología. Es una ciencia que apuesta por producir de una manera sostenible en el tiempo cuidando de la tierra y estando muy pendientes del bienestar de los trabajadores y la viabilidad de la empresa. Va más allá de lo puramente ecológico.

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-¿Cuáles son sus mercados principales?

-A través de la asociación Subbética Ecológica conseguimos vender una parte de nuestra producción en el Sur de España, sobre todo en Córdoba, Jaén, Sevilla y Málaga. Nuestro principal mercado es el Norte del país, en comunidades autónomas como Cataluña, País Vasco, Galicia, Cantabria o Asturias. También distribuimos a empresas de no demasiado tamaño para comercializar nuestros cítricos fuera de España. Todo ello en Europa, con países como Bélgica, Alemania y Francia. Estamos intentando poder entrar en Suecia. La exportación supone en torno al 55 por ciento de nuestro volumen de negocio.

-¿Tienen el objetivo de abrir nuevos fuera de España?

-Hay que tener en cuenta la premisa de que solo comercializamos lo que nosotros producimos. Ahí se crea un cuello de botella. Por ejemplo, de la primera variedad que se está recogiendo ahora, que es la navelina, tenemos todo ya vendido, por lo que si alguien quiere algo más le tenemos que decir que no. Creemos que esta forma de actuar es la mejor para garantizar la seguridad a nuestros clientes.

-Biovalle ha trabajado mucho el canal online de ventas. ¿Cuáles han sido los resultados?

-La importancia que adquiere año tras años nuestra tienda virtual es cada vez mayor. Empezó siendo un proyecto de acompañamiento a la actividad comercial tradicional. Los primeros momentos no fueron fáciles porque era necesario bien posicionar bien nuestra marca para que los clientes se acercaran a nosotros por esta vía. A día de hoy juega un papel muy importante en el conjunto de nuestras ventas.

-La Junta augura una importante bajada de la cosecha esta campaña. ¿Cuáles son sus previsiones?

-Nosotros no hemos empezado a recolectar aún porque estamos esperando a que la fruta alcance su punto de desarrollo adecuado. Sí es verdad que nuestras primeras estimaciones apuntan a un 20 por ciento menos de producción. La causa es la falta de agua, pero no es la única. Cabe recordar que el año pasado hubo en el mercado muchas naranjas de otros países, lo que provocó que las producciones españolas se quedaran fuera. Nuestro nivel de producción medio anual suele situarse entre los 400.000 y los 450.000 kilos anuales.

-¿Cómo les afecta la competencia de países como Sudáfrica o Egipto?

-Nos afecta mucho. Llega desde estos países fruta a precio muy barato con el que no podemos competir, pero de no demasiada calidad. Así se llenan los almacenes, de modo que cuando acudimos nosotros nos dicen que ya no tienen más necesidades. Estas producciones están introduciendo plagas que están poniendo en riesgo a nuestra citricultura, algo que es inaceptable. No entendemos que no se les exija los mismos requerimientos sanitarios que a nosotros. Es incomprensible que en un mercado en el que ya existe una oferta adecuada de naranjas, se deje entrar mercancía externa, lo que pone en peligro a nuestros productores.