XX FEstival de Piano RAfael Orozco
Grigory Sokolov y lo verdaderamente importante
MÚSICA
Se encierra en una burbuja de la que el espectador se siente privilegiado, casi elegido por poder presenciarlo
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Grigory Sokolov, figura internacional en el mundo del piano abrirá el XX Festival Rafael Orozco de Córdoba

Ha comenzado la vigésima edición del Festival de Piano Rafael Orozco, oportunidad de oro para escuchar en directo a grandes intérpretes. El Teatro Góngora tenía el aforo lleno desde días antes para una inauguración que tenía como protagonista al legendario e inigualable Grigory Sokolov, que demostró, una vez más, su honestidad y magnetismo en el escenario.
Grigory Sokolov
- Intérprete Grigory Sokolov, piano
- Repertorio H. Purcell: 'Ground in Gamut', 'Suite n. º 2' , 'A New Irish Tune', 'A New Scotch Tune' 'Suite n.º 4', 'Round in D minor', 'Suite n.º 7' 'Chacone'. L. van Beethoven: 'Variaciones y fuga en Mi bemol mayor', 'Variaciones Heroica'. J. Brahms: 'Drei Intermezzi'.
- Lugar Teatro Góngora
- Fecha Lunes, 7 de noviembre de 2022
El concierto estaba dividido en dos partes, pero los asistentes 'fijos' a sus conciertos ya sabíamos que habría tres: primera parte, descanso, segunda parte, y una tercera extraoficial con sus míticos seis bises, en este caso centrados en la figura de Chopin.
Desde la oscuridad emergió la figura del pianista ruso, que desfiló hacia el piano y esperó pacientemente al cese de los aplausos, como si de una anacrusa se tratase, para empezar a tocar. Siendo una personalidad tan dedicada al mecanismo de los instrumentos, no me extrañaría que también fuese el responsable de la iluminación tenue que nos acompañó durante toda la velada.
Dedicó la primera parte al compositor inglés Henry Purcell, algo no muy habitual en los conciertos de piano. Ajeno a las típicas toses y al sonido de los móviles que siempre se olvidan silenciar, se sumergió con decisión en la obra de Purcell: no hizo ningún descanso en toda la primera parte, uniendo las tres suites. Estaban además intercaladas por piezas del mismo compositor, a modo de interludio.
Presentó una interpretación estilísticamente informada: precisión y flexibilidad en los trinos, especial atención a las apoyaturas, articulación clara, y un contraste adecuado entre las distintas danzas de las suites. Tras el descanso, Sokolov volvió a reclamar la atención del público con el famoso acorde en Mi bemol mayor de las 'Variaciones Heroicas'.
Variación a variación, fue desgranando el famoso tema con gran ímpetu y vigorosidad hasta llegar apoteósicamente a la fuga final. Las variaciones estaban muy unidas, pudiéndose apreciar así la obra en el gran formato que se requiere.
Su control dinámico era exquisito, especialmente su piano, con un sonido redondo y delicado. Los 'Intermezzi' de Brahms fueron testigo de este sonido, destacando el intimismo conseguido en el 'Andante moderato'.
Escuchar a Sokolov permite reflexionar sobre la figura del artista: es la clara antítesis del protagonismo. Al contrario que otros intérpretes, que exuberantemente muestran y demuestran, él parece que nos da permiso para que podamos escucharle: para Sokolov, lo verdaderamente importante es la música. Se encierra en una burbuja de la que el espectador se siente privilegiado, casi elegido por poder presenciarlo. No es para menos, pero es una personalidad artística peculiar que va a contracorriente de la idea performática que se tiene hoy en día.