PRetérito imperfecto

Infraestructura de una trama

Deberíamos tener certezas de que hay que llegar al final, dure lo que dure la investigación

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Francisco Poyato

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Toda organización, clan, peña de amigos y familiares, cuñados, astutos e intrépidos funcionarios que frecuentan la órbita del posible mangazo requieren de una base de operaciones. Los primeros 'ahorros' son para comprársela. Puede ser una mansión en el monte y con helipuerto, un chalé de dudoso gusto en pleno barrio del taco, una casa señorial en semirruina, un adosado estruendoso en la playa... o una parcela en la Vega cordobesa al ritmo del borboteo sabroso de un ecuménico perol. Los planes con el estómago lleno siempre salen y sientan mejor.

Conforme avanza el 'proyecto' hay que saber disfrutar de los éxitos, porque no todo va a ser trabajar. Sin levantar demasiado la liebre y en familia, porque es tarea de todos el objetivo del posible mangazo cooperativo. Caprichos frugales para comenzar, sin abusar.

Un buen 'salute per aqua' en la Costa del Sol -donde sino terminan las mafias por darse un brillito-, una noche de birras y Champions o unas jornadas marismeñas, por poner unos ejemplillos, gracias a la manualidad fina, una factura falsa y con cargo al «dinero de nadie», que diría doña Carmen.

Entre toda la reunión ha de haber un cerebro con gran margen de maniobra. Un lado oscuro por donde encarrilar las andanzas sin ser vistos. Unos cómplices que sirvan de pantalla para dar verosimilitud a las operaciones orquestales. Unos 'hombres de paja', para dar cobertura al entramado y que quien tiene que vigilar esté en otros menesteres.

El tiempo, luego, ayuda a fortalecer la infraestructura, que conforme observa que las primeras dentelladas no tienen reparos, aumenta su voraz apetito y amplía el campo de acción. Por pequeños que parezcan los granos de arena, sólo de ellos salen las dunas.

Los datos que viene revelando ABC estos días sobre el caso Infraestructuras, por el que han sido detenidos y puestos en libertad con cargos catorce empresarios, dos políticos y un alto funcionario del Ayuntamiento de Córdoba, por el momento, podrían acomodarse a esta radiografía de una trama común en el viejo arte de lo ajeno.

Cuatro juzgados tienen ya en sus mesas actuaciones de un asunto que sin grandes cifras millonarias evidencia cómo los niveles corruptos de la sociedad anidan en cualquier estrato. Y, sobre todo, nos lleva a preguntarnos si estamos ante la punta del iceberg de una práctica prolongada a costa de las arcas municipales o con más reproducciones en otras partes de la ancha maquinaria local. Ya lo dejó escrito el juez instructor al advertir de que estas irregularidades en obras no hechas y cobradas o facturas falsas con cargo al trabajo de operarios públicos podrían ser de una década.

No sabemos aún cuál es el perjuicio real, sí el 'modus operandi' de la supuesta trama destapado por el trabajo policial, pero sí deberíamos tener certezas de que hay que llegar al fondo de este asunto, se tarde lo que se tarde en investigar, auditar o poner bocarriba el Ayuntamiento. Incluso por aquellos altos funcionarios que siempre se la cogen con papel de fumar y que tienen que defender el interés público. Seguiremos informando.

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