Fútbol - Segunda B
Las causas de otro fracaso del Córdoba CF
El bajo rendimiento de los jugadores, la excesiva carga de edad y refuerzos sin protagonismo marcan el batacazo
Con el objetivo de la temporada 2020-21 (ascenso) ya imposible pero con la necesidad de lograr la permanencia en la nueva Primera Federación para la próxima temporada, es tiempo para analizar los motivos que han podido provocar el desplome del Córdoba CF y sobre todo sus principales responsables.
1. Los jugadores, por su bajo rendimiento
La plantilla, sin ninguna duda, ha sido la gran responsable de la situación que ahora mismo vive el Córdoba y el cordobesismo. Al final, los jugadores son siempre los que saltan al terreno de juego y deciden los partidos. En este caso, el plantel cordobesista no ha rendido de acuerdo a sus posibilidades.
Seguro que la plantilla no era la mejor de Segunda B , como aseguró este verano el asesor deportivo del consejo Miguel Valenzuela en un alarde quizás de insuflar confianza. Tampoco parece que mimbres de la trayectoria de Becerra, Xavi Molina, Javi Flores, De las Cuevas, Moutinho, Carlos Valverde, Piovaccari y Willy sean para ser quinto de un subgrupo de diez. Evidentemente, todos han rendido por debajo de sus posibilidades. En cualquier otro escenario, el Córdoba no estaría donde está ahora.
La veteranía, en lugar de un factor a favor, ha sido un lastre. Lo dicen los números. Nadie podía esperar un batacazo de tal dimensión. Podían intuirse curvas y más dificultades de las prometidas, aunque el trompazo ha sido descomunal. Y puede ser peor. Este equipo tiene que salvar la categoría y ahora mismo está en zona de descenso a seis jornadas del final.
2. Fichajes que no mejoran a los que estaban
Los refuerzos de verano e invierno, salvo honrosas excepciones, no han dado un plus, un salto de calidad o han supuesto una mejoría del plantel que ya se quedó el año pasado sin opciones en marzo. Ha sido uno de los grandes problemas del equipo este curso.
Han acabado siendo titulares los mismos jugadores que fracasaron el ejercicio anterior, a pesar de la excusa del parón prematuro de la pandemia. Del mercado estival, sólo Bernardo Cruz y Mario Ortiz han sido fijos con los dos entrenadores de esta temporada. El resto ha ido rotando sin la continuidad, la confianza ni el rendimiento debido. Un claro ejemplo es Oyarzun, refuerzo estrella en verano que acabó siendo cortado en enero.
En el mercado invernal llegaron tres jugadores: Ródenas, Sidibé y Nahuel. Sólo el extremo ex del Albacete Nahuel se ha hecho con la titularidad en los seis partidos que se han jugado desde su llegada. El único que ha dado un rendimiento superior al resto del grupo y los fichajes.
Con este balance, el Cór doba se ha visto forzado a utilizar a los mismos futbolistas que fallaron el curso pasado. En algunos casos ni en ellos por las lesiones, por no ser del agrado de los técnicos o directamente por pensar en hacer un once más joven.
3. Los entrenadores, sin un estilo y un bloque
Con todo lo dicho, pudiera pensarse que Juan Sabas y Pablo Alfaro han sacado el máximo rendimiento a los mimbres que tenían entre manos. Posiblemente, esta versión esté cerca de la realidad, pero también es cierto que han cometido errores. No han encontrado ni un once tipo y un estilo de juego definido.
Ninguno de los dos ha sido capaz, quizás por las prisas del sistema de competición, los resultados, el juego o la exigencia, de encontrar un bloque más o menos fijo, generando confianza en él. La portería es el claro ejemplo. Los vaivenes han repercutido en la estabilidad de los porteros. Hay más casos.
Evidentemente que la plantilla tenía sus limitaciones. Hay quien sostiene en privado que es la peor que ha tenido con diferencia en sus manos, pero lógicamente parece un comentario imprudente visto el caché de algunos jugadores. Quizás tendría algo más de fruto por exprimir. Todo apunta a que los técnicos no han sido los grandes responsables, pero los marcadores han sido similares con uno y otro, aunque tampoco han encontrado la fórmula para maximizar las prestaciones de una plantilla desorientada en casi todo momento. Los jugadores aparecían y desaparecían.
4. Los rectores deportivos y algunas decisiones
Han intentado lo mejor para el club. Pero hay varias decisiones y sobre todo algunas declaraciones que marcarán el análisis del curso 2020-2021. Posiblemente, Juan Gutiérrez «Juanito» y Miguel Valenzuela trajeron a Sabas con un perfil de revulsivo que no pudo ejercer. Les pesó, quizás, el que dirán de no renovar a un técnico que no había debutado. Lo cierto es que, lo más probable, es que habrían apostado por otro técnico para el nuevo curso que el que eligieron antes de pararse la pasada temporada. No lo hicieron y eso duró sólo seis jornadas. Sería ventajista pasar factura por ello, pero los hechos son los que son. Este martes incluso tendrán que decidir si Pablo Alfaro continúa o no. Además, con la opción de tener que tomar el timón.
De hecho, ambos, sin los contratos heredados y el coste de romperlos, también habrían hecho una plantilla de otro perfil. Más joven y con menos jugadores de más de 30 años. Es evidente. Creyeron que, a pesar de eso, el equipo podía conseguir el objetivo. En la balanza pesó más hacer menos sangre a las cuentas con rescisiones que apostar por una plantilla más a su estilo. También no dañar cierta unidad del vestuario. No ha salido bien, pero nadie podía pensar que saliera tan mal.
5. Buen contexto de los ejecutivos
La responsabilidad máxima ha sido de los jugadores. Pero, el consejero delegado del Córdoba, Javier González Calvo , reconoció públicamente que los dirigentes que quizás habían pecado de «ser laxos» y haber dejado hacer demasiado «en materia deportiva».
Parece que Infinity, como Bernardo Cruz reconoció en sala de prensa, puso todos los medios a su alcance para que los resultados llegaran. Cumplió en materia económica, consiguió la estabilidad institucional y la paz social, pero se le escapó lo que nadie esperaba en ese buen contexto y quizás menos podía controlar: lo deportivo.
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