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Cinco destinos de leyenda y misterio en la provincia de Córdoba

La capital cordobesa está plagada de mitos que impregnan de magia algunos de sus enclaves; pero la provincia también atesora rincones con historias cautivadoras que perviven por el boca a boca

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D.Delgado

Córdoba

Muchos enclaves de Córdoba se muestran ante el visitante desde el rigor histórico y ciñéndose a los datos y registros que constan en los escritos. Sin embargo, algunos de ellos están plagados de leyendas transmitidas por el boca a boca, de relatos terroríficos que mezclan realidad y mito, y que impregnan de misterio estos lugares.

ABC realiza una visita por cinco localizaciones en sendos municipios de la provincia para los amantes del 'turismo de fantasmas' que quieran sentir sus vellos erizados.

Emparedada por celos: la leyenda del Palacio de los Condes de Santa Ana

En pleno centro histórico de Lucena se enclava uno de los mejores ejemplos de la arquitectura civil del siglo XVIII de la ciudad: el Palacio de los Condes de Santa Ana, cuya construcción fue promovida por la familia Mora-Saavedra, entre los años 1730 y 1750.

Este majestuoso edificio destaca por su espectacular fachada, sus dos patios y su bella escalera, coronada con una bóveda atribuida a Francisco José Guerrero y Pedro de Mena Gutiérrez.

Más allá del interés que suscita esa construcción desde un punto de vista histórico y arquitectónico, forma parte de la ruta de lo sobrenatural por una supuesta aparición fantasmagórica, que, según se dice, pertenece a doña Marina Fernández de Lincres, asesinada en una de las estancias del Palacio.

La familia Torres-Burgos compró a principios del siglo XIX el Palacio y le resultó muy raro que los cinco balcones de la fachada principal no se correspondieran con ninguna habitación en el interior. Llamaron a unos albañiles que descubrieron que una pared sonaba a hueca. La derribaron y apareció un grandioso salón de baile.

Según pudieron averiguar, en el siglo XIX, el IV conde de Santa Ana sorprendió a su esposa, doña Marina Fernández de Lincres, con su amante en este salón. Cegado por los celos retó al amante y lo mató en ese mismo salón. Después, dejó a su esposa encerrada en ese lugar tapiando todos los balcones y entradas de acceso. Doña Marina murió allí, aunque posteriormente el conde, arrepentido, sacó su cuerpo y lo enterró en Granada.

Cuando el Palacio se comenzó a restaurar en 2009, los trabajadores encontraron en los sótanos un hombre enterrado rodeado de crucifijos. Se presupone es el cuerpo del desafortunado amante de doña Marina.

Algunos vecinos aseguran que el fantasma de la noble sigue recorriendo el Palacio por las noches hasta desaparecer en el sótano para reunirse con su amante.

Mitos sobre la Sima de Cabra, boca de entrada al Infierno

Son múltiples las leyendas e historias que rodean a esta espectacular cueva, una sima vertical existente en la falda del Picacho de la Sierra de Cabra, dentro del parque natural de las Sierras Subbéticas, cerca de Cabra, que alberga el hito histórico de haber sido la primera expedición espeleológica de España en 1841.

A mediados del siglo XV, Juan Padilla 'El Cartujano', en su obra en verso «Los doce triunfos de los doce apóstoles», considera la Sima de Cabra como una de las doce entradas del Infierno. Desde su boca, dice, se alcanza a ver a los condenados, en este caso los judíos, siendo el apóstol Santiago el encargado de taparla.

Otra de las historias sobre este abismo es el del cronista De la Vega Murillo y Fray José Laguna: doña Blanca Benavides, de noble cuna, se enamoró de una persona de baja condición. Su familia, por tal motivo, decidió echarla a las oscuras profundidades de la Sima de Cabra vestida con sus más ricos trajes y aderezos. Corrieron la voz de ir a ver a un pariente lejano. Iba en litera cortejada como una reina, se detuvieron a merendar cerca de la sima y entre chanzas y bromas dieron tal empellón que esta cayó dentro, volviéndose contentos de haber dejado sepultada su deshonra. No cayó al fondo, sino que quedó agarrada por la saya a una higuera. Doña Blanca, viendo su desesperado fin, se encomendó a la Virgen de la Sierra.

A las voces que daba la señora los pastores huían como si fuera el demonio el que los llamara. Hasta que a los tres días pasó por allí un soldado que la rescató, llevándosela a tierras de Jaén, dónde vendió sus joyas para costear su dote de monja.

Según algunos autores, en el año 1.558 el ilustre escritor Miguel de Cervantes marchó con su familia a Cabra donde permanecieron cinco años. Su conocimiento de la Sima le llegó a impactar de tal manera que la cita varias veces en sus obras, como en el 'Viaje al Parnaso' o 'El celoso extremeño'.

La vieja de la Poza Tintín de Montilla

En la localidad de Montilla se encuentra este oasis de higueras que alberga una cristaliza y mágica charca, conocida por la tétrica leyenda de la vieja de la Poza Tintín, narrada por Dámaso Delgado (1829-1906), cronista, periodista y escritor montillano.

La historia se remonta a 1589. Dos caballeros de la localidad, don Alonso de Vargas y don Pedro de Figueroa se batieron en duelo tras empezar una discusión sobre las Constituciones de la Orden de los Caballeros Cuantiosos.

Figueroa fue vencido y murió, dejando a su esposa, Juana Páez de Liébana, viuda. La mujer, rota de dolor y llevada por la locura, urdió un plan para vengarse del asesino de su esposo. Y no solo acabó con la vida de don Alonso de Vargas, sino que también mató a su esposa y a su hija de quince años. La viuda desapareció en los entonces densos bosques que eran los pagos de Tintín.

La leyenda cuenta que la Juana continua morando estas tierras, escondida entre las raíces de las higueras, y que arrastra hasta el fondo de la poza a quienes se atreven a mirar en su interior.

La dama fantasmal de Santa Clara en Palma del Río

Las apariciones fastasmagóricas también son 'vox populi' en la localidad de Palma del Río, y más concretamente en su Convento de Santa Clara. Los vecinos hablan de una figura blanca, de una mujer, que se pasea entre lamentos en el edificio.

La supuesta presencia podría tener su origen en un macabro suceso que acaeció en este enclave a finales del siglo XV. El cronista fray Andrés de Guadalupe, en su 'Historia de la Santa Provincia de los Ángeles' (Madrid, 1662), afirmaba que la construcción del cenobio corrió a cargo del caballero Juan Manosalvas, que en un injustificado ataque de celos decidió poner fin a la vida de su esposa, que, por contra, estaba muy enamorada de él. Tiempo después descubrió que su desconfianza se debía a una serie de malentendidos, cuando ya era demasiado tarde. Su atrocidad le atormentaba y le impedía conciliar el sueño.

Para expiar este, cedió los terrenos donde hoy se levanta este monumento y sufraga los gastos de edificación a finales del siglo XV. El cronista de Palma del Río, Juan Antonio Egea, asegura que hay constancia de estos hechos gracias a la bula que le concede el Papa Alejandro VI, donde se recoge esta historia.

Tan conocida es esta leyenda, que hasta el programa de Íker Jiménez se desplazó hasta el municipio palmeño para tratar de documentar estos sucesos paranormales.

La leyenda de la 'Encantá' del Castillo de Almodóvar

El castillo de Almodóvar es el emblema de esta localidad de la Vega del Guadalquivir; la imponente construcción se asoma sobre una loma y recibe diariamente la visita de cientos de turistas. Su popularidad ha ido a más tras ser una de las localizaciones de la famosa serie 'Juego de Tronos'. Y sigue guardando entre sus muros mitos y romances medievales . Entre ellos, el que se conoce como «la leyenda de la 'Encantá'» , una princesa árabe de cuyo fantasma se dice que se aparece cada 28 de marzo , la fecha teórica de su muerte.

A finales del siglo XI, los almorávides ya se habían hecho con varios reinos del sur peninsular y el rey de la taifa de Sevilla envió a su hijo, el príncipe Fath-Al-Mamun, a defender Córdoba.

Ante el peligro, al-Mamun decidió enviar a su esposa Zaida a Almodóvar, una fortaleza más segura frente a las acometidas de los almorávides. Córdoba no tardó en caer (sucumbió el 27 de marzo de 1091), y poco después lo hizo también el castillo de la vecina ciudad.

La leyenda cuenta que Zaida, a pesar de la distancia, supo que su marido al-Mamun había muerto en el asedio de Córdoba, y desde entonces dejó de comer hasta que murió de pena .

Los años pasaron y la fortaleza fue abandonada y saqueada, hasta que a principios el siglo XX, el duodéciomo conde de Torralba la reconstruyó por completo.

Durante los trabajos, los obreros aseguraron que por las noches se escuchaban lamentos y una dama blanca se paseaba por el castillo. Fue así como nació la leyenda de la Encantá que hasta hoy perdura.

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