Primera plana
El error que fundió a Dorado
Desde la soledad de su asiento en el Pleno, en su enésima equivocación, se dispone a emprender una batalla
Baltasar López: Operación 'Rino'
El edil David Dorado era la figura más brillante en Cs Córdoba. Pero en una disyuntiva crucial, se equivocó y su fulgurante carrera se fundió en el caso Infraestructuras. La Fiscalía vio indicios de que la coordinadora general de Infraestructuras, a la que él, como responsable de esa Concejalía, nombró, habría cometido los delitos de prevaricación y falsedad documental en contratos -el juez de instrucción después acabó imputándola-.
Entonces, Dorado tuvo que haberla cesado. No se trataba de lo que él viera justo. Consistía en que la sociedad ha elevado el listón de la exigencia a los cargos públicos. Él debería haberlo tenido más que claro, pues llegó a las instituciones en un partido que propugna la tolerancia cero con las posibles irregularidades.
Pero no sólo votó en contra del despido de la coordinadora general, sino que maniobró sin éxito para que mantuviera su puesto pidiendo un informe a la Secretaría de Pleno. Ese episodio, más una explosiva entrevista en este periódico -«Un fallo en cadena del Ayuntamiento facilitó los presuntos contratos fraudulentos», defendió-, hizo que a finales de 2021 PP y Cs decidieran destituir a Dorado al frente de Infraestructuras y como presidente de Sadeco.
El bipartito dio una versión edulcorada de lo sucedido, rebatida por lo publicado por ABC en aquellos días convulsos. Dorado, en realidad, culpaba a sus compañeros, por no haberle apoyado, y al alcalde, el popular José María Bellido, de que su trayectoria pública hubiera tenido un descomunal cortocircuito. Incapaz de entender que había sido él quien la había truncado, emprendió una huida adelante con reproches al regidor y solicitudes de que dimitiera.
La amenaza de divorcio se materializó la pasada semana, con su esperpéntico y durísimo adiós -con reproches muy fuertes al resto de ediles naranjas- al grupo de Cs, para pasar a ser concejal no adscrito. Desde la soledad de su asiento en el Pleno, en su enésima equivocación -debería entregar el acta-, se dispone a emprender una batalla contra sus ex y el alcalde. Sigue obsesionado con vencer a los que considera responsables del apagón de su carrera pública. Es una pena que no dedique ese esfuerzo a algo tan difícil como reconciliarse con quien realmente le derrotó: se llama David Dorado.