SANIDAD

Latidos nuevos, vida nueva

Uno de los últimos trasplantados de corazón en el Hospital Reina Sofía cuenta su experiencia

Latidos nuevos, vida nueva EFE

JUAN VELASCO (efe)

Andrés Gómez cumplió 54 años el pasado 26 de abril, mientras se recuperaba de una operación de trasplante de corazón , aunque el propio paciente lo niega, y dice que ha empezado a contar su edad de manera distinta desde que puso el contador a cero el 30 de marzo, cuando se le trasplantó un corazón nuevo.

El pasado 4 de mayo, por tanto, Andrés López tenía la «tierna» edad de 35 días, y estaba a tan sólo una semana de que le dieran el alta en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba , uno de los centros de referencia en materia de donación y trasplantes y que estos días está celebrando la Semana del Donante .

Gómez también estaba en el Reina Sofía con su madre ingresada la tarde antes de que le llamaran a quirófano para extraer su maltrecho corazón, que había sufrido un infarto un año y medio antes, y lo cambiaran por el de un joven que falleció de muerte encefálica en una provincia de Andalucía .

Desde aquel día, Andrés ha vivido «como un león enjaulado», en palabras del cardiólogo Amador López, quien explica a Efe que el paciente se ha recuperado muy bien de la cirugía y su nuevo corazón ha conseguido vencer el rechazo.

«El rechazo siempre está ahí. Al corazón, el cuerpo humano lo va a identificar siempre como un cuerpo extraño y lo va a intentar atacar», especifica el cardiólogo, que añade que, gracias a la medicación inmunosupresora se consiguen paliar estos ataques y, de algún modo, engañar al cuerpo.

Ese ha sido el caso de Andrés, que ha experimentado rechazo, como cualquier otro paciente trasplantado, pero que ha respondido muy bien ante estos ataques, y, hoy por hoy, ya en su domicilio, se jacta, con una enorme cicatriz que le cruza el pecho, de que todas sus biopsias de control son positivas.

Algo más de dos semanas lleva ya en su casa de la Avenida de Barcelona de Córdoba este sevillano jubilado , que trabajó toda su vida en Renfe, y que está viviendo una segunda oportunidad gracias a la generosidad de los familiares de un fallecido, que en el momento de mayor dolor, optaron por la decisión más altruista, la de salvar, o cuanto menos mejorar, unas cuántas vidas.

Para ellos, Andrés solo tiene palabras de gratitud , porque está convencido de que saben que «algo de la vida de su hijo» está con él, en su cuerpo, y que ha servido para darle una segunda oportunidad a un hombre que hace tan solo unos meses apenas podía hacer las cosas que más le gustaban, como el senderismo.

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