GASTRONOMÍA

Diez lugares para saborear los mejores caracoles en Córdoba

Los chicos en caldo son los más demandados; los hay hasta con salsa roquefort

Diez lugares para saborear los mejores caracoles en Córdoba e. s.

ESTRELLA SERNA

Los chicos en caldo son los más demandados; los hay hasta con salsa roquefort

Diez lugares para saborear los mejores caracoles en Córdoba

1

Una clienta toma un vaso de caldo e. s.

Los Patos I

Los Patos I , regentado por María Cebrián, la matriarca de una saga de caracoleros cordobeses (sus hijos dirigen Los Patos II y Los Patos III), en el conocido parque de la capital, en la Avenida de Cervantes cumple este año sus bodas de plata.

«Yo ahora mismito tengo cinco menús de recetas: caracoles en caldo, picantones, a la carbonara, cabrillas en salsa y los gordos», cuenta María, aunque confiesa que los que más se venden son los tradicionales de caldo, por eso elabora una caldera de 60 kilos de esta variedad al día, además de 20 kilos de gordos, 10 de cabrillas, 10 de picantones y 5 de carbonara por jornada.

«Desde el 2010 que nos galardonaron con el premio Caracol de bronce, no hemos parado hasta el año pasado, que conseguimos el de plata», explica María una mañana «pillada» recién acabados de cocinar los calderos de moluscos, que olían nada más cruzar el paso de peatones del final de la avenida Ronda de los Tejares.

¿Y de quién se llena el puesto, de cordobeses o de forasteros? «Pues los turistas que llegan son muy atrevidos a pesar de ser un plato al que no estén habituados, los prueban y repiten», asegura María.

2

Una cocinera prepara una taza e. s.

La Magdalena

Los caracoles de La Magdalena son como las tortillas a Casa Santos o los pinchitos de Rafalete: hay que probarlos, y más este año que el puesto celebra sus bodas de oro.

Rafael, el nieto de Manuel Rojano explica que su abuelo en 1965 cogió una caldera y en medio de la plaza de la Magdalena, al fuego de unos leños comenzó a vender caracoles chicos en tazones blancos de loza, de ahí que se diga «una taza de chicos».

El precursor del negocio familiar recorría las ferias de las localidades de la provincia con un carro vendiendo caracoles: «Esos se cogían del campo cordobés », recuerda Rafael que se sonríe al pensar en cómo lavaban los cacharros en las fuentes públicos.

«¡En esta época sí que estaban buenos, los caracoles eran cordobeses!», afirma Rafael quien, seguidamente añade que los de ahora son de fuera pero también saben «estupendamente». Eso sí, advierte que en torno a Semana Santa es cuando más buenos están.

«Nunca hemos variado la receta desde entonces y siempre servimos los chicos, las cabrillas y los gordos», cuenta Rafael quien además data en 1982 la fecha en la que idearon los populares picantones, que ya se sirven en todos los puestos.

«Aquí se acercan clientes de toda la vida, con sus hijos y sus nietos», generaciones que se encuentran como ocurre dentro del propio puesto donde Rafael comparte barra con sus padres, que son quienes cocinan, y sus hijos.

3

Un puesto en la zona de Levante e. s.

Teletubbies

En el conocido como parque de los Teletubbies, en realidad llamado Plaza Elena Moyano «Madre Coraje» , entre la calle Sagunto y la avenida Rabanales, hay un puesto de caracoles ideal para degustarlos con toda la familia porque los niños pueden divertirse en las instalaciones, los perros corretear por la zona mientras

Alberto Cívico García lleva siete años ofreciendo el plato estrella de la casa : arroz de caracol todos los domingos de la temporada, que se reparte gratuitamente con la consumición, día que hay que esperar mesa porque los vecinos aguardan desde las 11 de la mañana para reservar su mesa y poder repetir plato «de lo rico que está».

Tienen los platos típicos: chicos, cabrillas, gordos y picantones son sus variedades, «cocinados todos ellos con muchísimo cariño para los cordobeses», explica sonriente Alberto quien destaca «que están hechos con la receta tradicional».

4

El Peque II, uno de los mejores lugares para tomar caracoles e. s.

Peque II

María José González y Rafael Pérez, que lograron en el concurso municipal el caracol de bronce al mejor puesto con su kiosco Peque II , situado en la avenida Agrupación Cordobesa y tienen unas de las variedades más exquisitas de Córdoba: caracoles al ajillo con gambitas.

Este joven matrimonio también cuenta con receta a la carbona y sus conocidos «De pata negra», que son unas deliciosas cabrillas elaboradas con trocitos de jamón.

Pero además, María cuenta que la novedad este año son los caracoles con de rabo de toro, hechos para combinar la tradición de dos platos típicos cordobeses . Tampoco faltan los picantones, las cabrillas en salsa y gordos.

¿Los más vendidos? Pues, con la crisis, los vasitos que cuestan un euro, los chicos con caldo de toda la vida de los que llegan a consumirse al día alrededor de 50 kilos, 150 los fines de semana.

5

Dependientes de El Rescatado con un cliente e. s.

El Rescatado

José Luis Pavón es el caracolero del puesto de la Plaza de los Padres de Gracia, el puesto El Rescatado y junto a su mujer, que es la artífice de los deliciosos vasitos de moluscos hechos de manera tradicional, muy especiaditos y con las variedades de siembre, lleva 35 años, desde que sus padres comenzaron el negocio, ofreciendo sus caracoles a las familias que pasan por Trinitarios .

«Tenemos el chico en caldo, las cabrillas en salsa y los típicos picantones, los de toda la vida», comenta José Luis mientras atienden a las familias que no paran de demandar vasitos de moluscos. Dice que en los días buenos vende hasta 80 kilos de chicos.

Su señora, Paqui Molero, dice que no hay secreto para que gusten tanto, sino que ellos los cocinan a la antigua usanza; los chicos, cocidos con una pizca de guindilla y hierbabuena , y los gordos y las cabrillas, con la salsa de toda la vida.

6

Una joven bebe antes de tomar una tapa e. s.

Caracol Express Chinales

Mari Cruz Pérez, la responsable del puesto Caracol Express de Chinales , situado en misma glorieta que da acceso a este polígono industrial de la capital, fue galardonada con el premio Caracol de Oro al mejor puesto en el concurso municipal de 2014.

Y es que este puesto, que mantiene la tendencia de los caracoles chicos en caldo como el producto más vendido, por otra parte, está a la vanguardia un servicio de venta a domicilio y más de 15 recetas para todos los gustos.

«Tenemos los chicos, las cabrillas, los picantones y los gordos pero hemos tenido que adaptarnos a las apetencias de nuestros clientes, como los más pequeños, que quieren platos que no piquen», cuenta Mari Cruz, quien asegura que, por ejemplo, el público infantil prefiere los caracoles a la carbonara.

Para los turistas o quienes se inician en la gastronomía caracolera, Mari Cruz recomienda su plato de degustación con cinco especialidades diferentes además de una bebida, plato que cuesta cinco euros.

Sin embargo, a los iniciados, seguro que los caracoles a la marinera, al infierno (con chorizo) o los que sirven con rabo de toro y flores de pensamientos comestibles serán los menús que más les gusten.

7

Una camarera sirve varias raciones de chicos en Carlos III e. s.

Caracoles Carlos III

Llevan 37 años siendo el puesto de caracoles donde todos los vecinos de Fátima pasan a degustar los moluscos, servidos al estilo tradicional; en su caldo de hierbabuena los chicos; con salsa, los gordos y con extra de pique los picantones. La misma receta que Carmen Muñoz Soro, la madre de las hermanas Muñoz Soro que hoy regentan el puesto, hacía en su casa con mucho esmero hace ya medio siglo.

Esperanza Muñoz Soro junto a su hermana y a un equipo de cuatro trabajadoras son las «superwomen» que preparan los caracoles y atienden con cariño en el puesto que abriera su madre, una octogenaria muy querida en el barrio que ya no se pasa para guisar, sino para tomarse una tacita de caracoles y saludar a sus clientas de toda la vida, porque la mayoría de comensales son vecinos de Fátima.

Todos los días se levantan a las cinco y media para comenzar el proceso de lavado de los moluscos y la elaboración de las salsas para que, sobre el mediodía ya puedan servirse los primeros vasos.

Los precios de este kiosco , unos de los más populares: los chicos a 1,10 euros y el resto, a 2,20. El año pasado sus caracoles gordos en salsa obtuvieron el galardón de bronce en la V Caracolada, en 2014.

8

Un par de mayores en el puesto de Noreña I e. s.

Noreña I

Juan Carlos Oliva y María Jesús Pérez cocinan y atienden en el puesto de caracoles condecorado con el galardón de plata en el concurso municipal de 2014, situado en la avenida Isla Fuerteventura .

Juan Carlos cuenta que este año, además de los tradicionales, tienen una nueva receta: los caracoles emborrachados con jamón , además de la variedad al jerez con piñones que incorporaron el año pasado y que «gusta mucho a quienes se atreven a probarlos».

«Lo cierto es que la gente suele empezar por un vasito de chicos, y si les gustan, se van animando con otras variedades», como los gordos o las cabrillas con carbonara o incluso con canela.

Explica sorprendido que tienen clientela llegada de Sevilla, Madrid o Granada que se acerca al puesto a por botes de caracoles para llevar: «Sobre todos los domingos, la terraza se nos llena de moteros que vienen a Córdoba solo a tomar caracoles».

Además, el puesto está muy bien situado, cerca de un parque infantil y cuenta con una amplia zona de terraza por lo que al día sirven más de cien kilos de moluscos, cantidad que se incrementa los fines de semana.

Este matrimonio lleva diez años dedicado al negocio de los caracoles, aunque siempre han trabajado en hostelería, y considera que «es un sector en auge, todos los años crece más» y apunta que solo cuentan con la traba del tiempo.

9

Dos jóvenes saborean caracoles en San Agustín e. s.

San Agustín (este año, en la plaza Poeta Juan Bernier)

El popular puesto de caracoles de San Agustín este año hay que buscarlo en una esquinita de la plaza Poeta Juan Bernier porque, debido a las obras previstas, ha tenido que montarlo en esta otra plaza del barrio de San Lorenzo.

«Pero aquí tenemos también sol, espacio para que los chiquillos jueguen y una amplia terraza», cuenta Eduardo Torres que lleva ya seis años ofreciendo los moluscos, sin variar la receta tradicional porque dice que «los clientes siempre buscan los de toda la vida, al menos aquí».

En el puesto, que cocina unos veinte kilos al día , se ofertan chicos, cabrillas, gordos y picantones a precios populares. El secreto para el caldo de los chicos, lo tiene su esposa, que los cocina muy especiados, «con mucho cariño» y cuidando mucho el proceso de lavado.

Los que más gustan son los gordos, por su espesa y sabrosa salsa de tomate, con una pizca guindilla. Es un puesto muy familiar, al que suelen acudir familias del barrio, «pero cada vez más se anima la gente joven, sobre todo por la noche».

Javi y Antonio son dos amigos que este año se han estrenado en el puesto de Poeta Juan Bernier buscando los caracoles chicos de Eduardo, «los mejores de Córdoba», comentan .

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Una pareja, en la Ribera e. s.

La Ribera

Al solecito del paseo de la Ribera, en una pequeña plaza elevada, José Martínez lleva ocho años montando un puesto de caracoles que es el atractivo de los turistas que llegan a Córdoba en la temporada de los moluscos; desde antes de las 12 está sirviendo tazas, sobre todo de chicos.

Hierbabuena y guindilla para los chicos, salsa espesa de tomate para los gordos y extra de cayena para los picantones, es la esencia y el secreto, las proporciones de cada ingrediente que José aprendió de un experto en caracoles.

«Un amigo de mi padre me introdujo en el mundo de los caracoles, por eso los guisamos al estilo antiguo y no queremos innovar demasiado, de momento, porque lo que tenemos gusta», comenta José.

En este puesto «lo más duro de la faena», el lavado de los moluscos, comienza a las nueve de la mañana, para empezar a servir lo antes posible; aunque reconoce que hay tardes que hay que volver a guisar porque se le agotan al mediodía.

En su menú, los caracoles típicos cordobeses de siempre ponen con pan tierno para las salsas y el precio el mismo desde que abrieron; 1.20 euros la taza de pequeños y 2,20, el resto.

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