EL TACÓN DE SÓCRATES

El año real

POR PACO MERINO

Qué año tan extraordinario, tan paradójico y tan raro. Lo del Córdoba en 2014 ha sido de traca. Cerró el calendario en 2013 en Valdebebas ante el filial del Real Madrid como un perfecto equipo intrascendente en Segunda y lo terminó en 2014 como club de Primera en el mismísimo Camp Nou frente al Barcelona. En ambas citas acabó perdiendo de un modo feo, por lo que se activaron los resortes de la crisis interna y esas sesiones de psicoanálisis en público que tanto se llevan por estos pagos. Hay asuntos que no cambian ya esté el club en Segunda, en Primera o en Segunda B, categoría en la que pugna por mantenerse su filial y el agrio hogar durante muchísimos años del primer equipo. Ahora a los «niños» van a verlos doscientas personas, si hace buen tiempo, y a los «grandes» los sigue una masa de dieciséis mil abonados y un buen puñado de adosados, clientes potenciales que esperan a ver si el producto merece la pena.

El Córdoba todavía está, como cualquier embutido de indefinible procedencia que te ofrecen en el pasillo de un supermercado, en fase de degustación. Pero es de Primera. De aquélla manera, pero ahí está. Sólo ha ganado un partido de los 16 jugados. Únicamente ha podido estar unas horas fuera de los puestos de descenso desde que en agosto arrancó su aventura en la élite. Un panorama preocupante, aunque cualquiera de los fieles blanquiverdes, de los que siguen a su equipo tragándose el dolor allá donde haga falta, hubiera firmado una situación similar —y hasta peor— si hubiera sido capaz de imaginarla. Porque con todas sus taras y complejos, con sus aciertos y errores, con su estilo de gestión cada vez más cerrado en torno a Carlos González y sus allegados, con su carrusel de fichajes-apuesta y futbolistas a préstamo, el Córdoba ha progresado.

Desde que ascendió por última vez a Segunda, el cordobesismo se había habituado a ver a su equipo recibir piropos compasivos del entorno. Era un equipo simpático, que hacía lo que podía, que daba juego mediático con sus salvaciones a última hora, sus récords de fichajes en verano y en invierno, con la tragicómica relación entre su masa social y sus rectores, con su irresistible tendencia a la autoagresión y al conflicto con casi todo el mundo. En 2014, gracias a un gol en el descuento del mexicano Uli Dávila en Las Palmas, el Córdoba entró en una nueva dimensión. Sigue siendo el mismo, pero está en Primera División. Y con ese argumento como bandera y parapeto, su dueño —que además tiene mayoría absoluta en el accionariado—, puede actuar como mejor le parezca. Eso es así y así será hasta que el que manda quiera.

El club se ha zambullido ahora en el mercado de invierno con más necesidades que dinero disponible y con la certeza, reconocida a regañadientes de puertas hacia afuera, de que hubo errores de bulto en la confección de la plantilla. Quizá no tanto en la elección de futbolistas como en la concepción del modelo de juego. La experiencia de los que se han visto en esa tesitura marca una idea: para un recién ascendido, el sistema empieza por la definición de la meta y la asunción, por parte de todos —desde el presidente hasta el masajista—, de unas pautas invariables. Habrá alguna excepción que confirme la regla, pero uno salva el pellejo en Primera dejándoselo en el césped; actuando, en esencia, tal y como explicó Djukic, poseído por la rabia y la vergüenza, en la sala de prensa del Camp Nou. Los símiles bélicos, las comparaciones hirientes y las apelaciones a la masculinidad entendida del modo más prosaico trufaron un discurso que retrata con fidelidad el método para conseguir el fin deseado. «Si me voy a Segunda, me voy con guerreros», dejó dicho Djukic. Y el primero el coger la puerta ha sido el japonés Mike Havenaar, un chico que nunca entendió por qué alguien le trajo aquí. En el vestuario del Córdoba se escucha el afilar de los cuchillos.

¿Qué le espera al Córdoba en este 2015? De momento, un puñado de partidos cruciales. Granada, Rayo Vallecano y Eibar para terminar la primera vuelta. Ante nazaríes y armeros, en El Arcángel. Una potente campaña de precios rebajados y entradas gratis para niños pretende calentar el ambiente, que seguramente se incentivará con la llegada de algún fichaje. En casa no se admiten deslices. El plan es llegar al inicio de la segunda parte del calendario con opciones razonables. Ese día vendrá a Córdoba el Real Madrid. Para entonces, el conjunto de Djukic tendrá que haber dejado señalado el rumbo con una nueva imagen. El examen es mayúsculo para un club que históricamente se ha significado por hacer justo lo contrario de lo que se espera de él. ¿Se imaginan celebrar la permanencia en la temporada del 60 aniversario?

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