Debate y tertulia

XAVIER REINALDO VIRGILI

Me congratula que en este país existan programas dedicados al análisis de la vida política, que se atrevan a hacer sombra a la televisión de lo insustancial, de pompa y grito pero pocas nueces. No obstante, me preocupa que dicho formato se esté convirtiendo más en una plataforma de propaganda de línea editorial o de portavoces del pueblo, que en un análisis riguroso, detallado y cercano a la objetividad. Me inquieta que algunos se preocupen más de engrosar sus cuentas en redes sociales y alzarse como líderes ideológicos que de investigar, que a mi modo de entender, es la esencia del periodismo. Es por ello que quiero romper una lanza en favor de aquellos periodistas que entienden que su labor es de servicio público, y que anteponen la vocación de informar a la vocación de influir; que anteponen la ética periodística a la particular visión que algunos tienen de la ética personal; de aquellos que permanecen en un segundo plano tras su trabajo, y aquellos que utilizan su trabajo como plataforma de autobombo. Tal vez haya una línea muy fina en el mundo de la televisión entre el debate y la tertulia. Que la audiencia decida.

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