DESDE MI RINCÓN

La cercanía genera confianza

Quien vota no es un colectivo de vecinos ni una peña, por eso el alcalde está obligado a conocer el sentir de aquellos a quien representa

JOSÉ LUQUE VELASCO

Mañana termina el año 2014. Es momento de recordar lo hecho, lo dejado de hacer y prepararnos para el nuevo año que se nos viene encima. Año en el que renovaremos los gobiernos de España y Ayuntamiento de Córdoba. Si el primero es de vital importancia para «todos» como Pueblo y para cada uno de los que vivimos o intentamos vivir y trabajar pacífica y dignamente en esta tierra, el segundo, el gobierno municipal, hará de nuestra vida diaria un placer o un tormento. Por razones de espacio, ceñiré mi personal opinión al gobierno municipal de Córdoba.

Hace cuatro años, por mayoría de votos con representación, elegimos al Partido Popular para que gobernara la ciudad. El motivo no fue otro que aquellos partidos que desde otras posiciones políticas reclamaban nuestro voto, o no generaban confianza o no nos gustaron sus decisiones cuando gobernaron. Estamos al final de la legislatura. Aparte de cosas positivas que las hay, el plato fuerte que nos va a vender el partido gobernante como gancho para repetir gobierno, es el saneamiento de nuestra economía local. Es verdad que las arcas municipales han mejorado y, lógicamente, podremos emprender nuevos proyectos con más desahogo y esperanza. Si destaco algo del otro platillo de la balanza, que también existe, es la lejanía que este gobierno municipal ha puesto entre él y los ciudadanos. Olvidó, o nunca fue consciente, que los votos son personales. No votan las asociaciones de vecinos, peñas, colectivos o similares. Cada papeleta de voto la deposita el ciudadano de manera individual y secreta. Por ello nuestros gobernantes tienen la obligación, si es que quieren hacerlo bien, de intentar conocer el sentir y el sufrir de todos y cada uno de sus representados. Tienen que saberlo para poderlos defender de cualquier agresión o injusticia que como ciudadanos de Córdoba puedan estar soportando, venda de donde venga. Cuando esto se hace así, el ciudadano, el votante, se siente vinculado moralmente con el político y le renueva su confianza. Si por el contrario se la retira cuando antes se la había dado, la culpa es única y exclusivamente de aquel que gobernó de espaldas a quien ahora se la reclama.

En los despachos profesionales oímos quejas razonables de ciudadanos, relacionadas con nuestra profesión. En algunas ocasiones intentamos ponerlas en conocimiento de las autoridades locales para que conociéndolas busquen solución a las mismas. Tengo que decir que rara es la vez que los políticos se interesan por conocerlas. No son conscientes de que cuando nos encontremos ante las urnas, a semejanza del juicio final bíblico, cada cual dirá para sí, «cuando tuve este problema o necesidad ¿estuviste a mi lado?» De la respuesta que nos demos dependerá nuestro voto ¡A mayo me remito!

La cercanía genera confianza

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