La búsqueda de una familia

La búsqueda de una familia ABC

P. GARCÍA-BAQUERO

El acogimiento es una de las salidas para menores que se encuentran en centros de la Junta. La asociación Mírame busca un hogar para 53 niños que están en esta situación

Enrique, conductor de ambulancias, y Antonia, ama de casa, decidieron un día convertirse en padres de acogida de un bebé de ocho meses. Querían ayudar pero lo que recibieron fue mucho más. No pudieron tener hijos biológicos y tampoco vieron la lista de adopción como lo más inmediato. En 2007 decidieron acoger a un bebé que llevaba en un centro de acogida de la Junta de Andalucía desde que nació. Su familia biológica no podía hacerse cargo de él.

Con ocho meses, este bebé llegó por un tiempo, en principio, pero el destino hizo que lleve con ellos ocho años. Su altruismo comenzó como una experiencia de acogida pero concluyó con la acogida permanente del menor, que ya lleva sus apellidos, una vez formalizada la adopción. «Fue una excepción pero el juez entendió que no era lo mejor para el menor que, después de tantos años con la familia, pasara a una bolsa de adopción», narra su padre. Enrique Pérez, presidente de la Asociación Mírame de familias de acogida.

La experiencia de este matrimonio de Palma del Río les llevó a la creación de la organización, que trata de difundir y concienciar sobre los beneficios que reporta la acogida a los niños a y las familias.

«Los niños te dan mucho más de lo que tu puedas aportarles. Quieren querer y que los quieras, sólo eso. Su cara de felicidad lo dice todo». Este matrimonio palmeño no se quedó ahí, y decidieron acoger además a otros dos hermanos de 13 y 17 años. El primero de forma permanente y el segundo, sólo fines de semanas alternos porque también cuenta con otra familia de acogida. Ambos son cordobeses y comparten habitación con el más pequeño, de ocho años. «Tenemos planes estupendos esta Navidad, comer todos en familia e ir a Sierra Nevada», cuenta Enrique Pérez. «Es lo mejor que nos ha pasado», reconoce sobre su experiencia vital.

«Los considero y trato como mis hijos, y eso que el de 13 años lleva sólo seis meses con nosotros, pero para él mis padres son sus abuelos, está más que integrado y feliz», admite este padre de acogida.

«Les tengo que reñir para que no me den las gracias por todo, sólo quieren agradar y no incomodar, están muy agradecidos por todo», explica.

Familias de acogida como ésta que decidan compartir sus vidas hacen falta. Hoy por hoy, 53 niños permanecen en centros de acogida dependientes de la Consejería de Igualdad, Salud y Bienestar Social, susceptibles de ser acogidos. Según los expertos, una familia es el lugar ideal para que crezca un niño.

Desde Mírame recuerdan que hay muchas modalidades y sistemas para dar el paso. Desde familias colaboradoras que pueden hacerse cargo de alguno de estos niños durante las vacaciones escolares o fines de semana alternos, a acogimientos que pueden durar hasta dos años o más, dependiendo de las peculiaridades del menor. La Junta prevé remuneraciones económicas para familias de acogida profesionalizadas, es decir, con capacidad para acoger niños mayores o con algún problema físico o psicológico leve.

La Asociación Mírame recuerda que hay mucho desconocimiento en cuanto a padres de acogida entre la sociedad que, sin embargo, sí conocen la acogida de niños saharauis o bielorrusos. Desde asociaciones como ésta, se pretende conciencia de la necesidad de que los niños pasen el menor tiempo posible en centros oficiales, sólo cuando no haya más remedio, de forma que la Administración cuente con alternativas. Hay lista de espera de niños que precisan de una familia sobre todo, hermanos o niños mayores, de entre 8 y 10 años. La Junta contempla la figura de los padres de acogida profesionalizados, que no tienen que tener una licenciatura pero sí ser personas que hayan trabajado con niños o con personas con discapacidad, profesores o psicólogos. Ser padre ya cuenta como experiencia válida.

La idea es poder escoger a la familia más idónea para ese niño, que en la mayoría de los casos no ha tenido una vida fácil.

«Son niños que por circunstancias de la vida, no han tenido una vida normalizada, sólo hay que ponerse en su piel y tener paciencia en algunos casos, pero casi en la totalidad de quien lo ha hecho, está encantado con la experiencia», cuentan desde la Asociación Mírame, a la que pertenecen más de 70 familias acogedoras.

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