EL DEDO EN EL OJO

¡Feliz Navidad!

Comer turrón, beber cava, celebrar la Navidad y enconarse contra la Iglesia en debates como el de la Catedral

MARIO FLORES

¡Por fin una buena noticia! Ayer nació Jesús y no trajo paz a todos los hombres de buena voluntad. Un soplo de aire fresco nos ha aportado su nacimiento y ha venido a renovar nuestras ilusiones, nuestras energías y nuestro convencimiento de que al final todo esto merece la pena.

En estos días de ajetreo político, de debates religiosos estériles y de populismos peligrosamente resurgidos, emerge con fuerza la Verdad, ésa que a algunos le resulta incomprensiblemente incómoda y contra la que expresan su desaire más burdo y primario. Son muchos los que sienten una especie de agravio por todo lo religioso (lo católico habría que decir mejor) aunque, claro está, no pierden oportunidad de pasar unos fantásticos días de asueto y relax aprovechando la Navidad. Son esa especie de «rasgadores de vestiduras» que claman contra la fe cristiana, los mismos que defienden causas musulmanas, los que exigen que la Catedral cordobesa sea compartida en una suerte de trampantojo que refleje un difícil ecumenismo con quien nos quiere eliminar. Pero, ya digo, no desaprovechan la oportunidad de «beneficiarse» de esta celebración cristiana; de tan grande cómo resulta la misma da cabida a todo el mundo.

Me surgía esta reflexión leyendo recientemente a Joseph Pérez, premio Príncipe de Asturias 2014 de Ciencias Sociales, donde hablaba sobre la filosofía del cordobés Maimónides. En su «Guía de Perplejos», Maimónides se inspira en la filosofía aristotélica y pretende establecer una conciliación entre la fe (mosaica) y la razón, y avanza en su razonamiento exponiendo cómo las clases aventajadas y más formadas eran capaces de entender de esto. Y en su entendimiento (nos dice Joseph Pérez interpretando a Maimónides) estas clases optaban por atender a los planteamientos más racionales para abrazar el descreimiento, la desatención a los preceptos y el materialismo. Ellos solos se daban permiso para vivir desahogadamente alejados de la doctrina. Pero no por ello dejaban de beneficiarse de las ventajas derivadas de ser judíos ilustrados y hasta respetado por la comunidad.

Poco podía imaginar Maimónides que su pensamiento continuaría vigente para interpretar la actualidad de la misma ciudad en la que nació. Hoy tenemos muchos cristianos ilustrados (siquiera sea su condición cristiana adquirida por herencia) que renuncian de la fe, que abrazan el materialismo y que se enconan contra la Iglesia, si hace falta blandiendo un alfanje en sus manos y defendiendo la fe mahometana. Y se afanan en debates semánticos estériles que redefinan un templo católico como es nuestra Mezquita-Catedral, y se felicitan por abrir el diálogo sobre la cuestión (no sé bien qué habría que hablar sobre esta cuestión que a nadie importa).

Pero todos comerán turrón, beberán cava y saldrán antes del trabajo para acudir con los amigos a la taberna a celebrar estos días. A todos, Feliz Navidad.

¡Feliz Navidad!

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación