PERDONEN LAS MOLESTIAS
Descarrilando al sursum corda
Ustedes lo han oído con claridad. La señora Díaz está dispuesta a coger el próximo tren a Ferraz aunque arrolle al pobre Sánchez
Susana Díaz dice estar dispuesta a coger el tren de la Moncloa si vuelve a pasar por la puerta de su casa. Lo que no dijo, porque no es necesario decirlo, es que si llega el caso no tendría inconveniente en hacer descarrilar el tren de Pedro Sánchez. De hecho, no para de maniobrar un día sí y otro también para desestabilizar a su secretario general y recordarle que quien pilota el ferrocarril, en realidad, es ella y no este jovencito imberbe al que aupó en las primarias para frenar a Eduardo Madina.
La señora Díaz es un animal político. En el sentido más agreste del término. Una depredadora que lleva media vida cobrándose víctimas en las cañerías del aparato. Su instinto felino la ha colocado en la cúspide al modo en que sobreviven los más fuertes gracias al proceso de selección natural que describió crudamente Darwin. Si perdonas mueres. Hay días en que parece que Darwin desarrolló su teoría sobre la evolución de las especies pensando en la jungla interior de los partidos y no en la jungla propiamente dicha.
Pues bien. La presidenta de la Junta de Andalucía dejó pasar el tren de la secretaría general y desde entonces no concilia el sueño por las noches. Una lideresa como ella, todo temperamento trianero, la mesías que espera el partido para remontar el vuelo, no puede malgastar su talento aparcada en una comunidad autónoma. Poco pan para tanto tomate. Ya lo dijo antes de ayer sin pudor alguno: «Yo pude haber sido secretaria general este verano».
La frase es transparente como el vídrio. Deja traslucir una soberbia diáfana propia del cazador seguro de sí mismo y de su capacidad para devorar a un secretario general advenedizo. Pedro Sánchez vive, parece querer decirnos, mientras yo quiero que siga viviendo. Y en eso, queridos contribuyentes, no le sobra un ápice de razón. Una razón cínica, de acuerdo, pero la ley de la jungla es cruda como un trozo de carne fresca.
La señora Díaz no se subió al tren de la secretaría general hace medio año porque una reina no se presenta a primarias. Un poco de respeto, por favor. Para vulgaridades democráticas siempre habrá un Pedro Sánchez cualquiera cuya respiración política depende de la ventilación asistida que le proporciona la maquinaria de Andalucía. ¿Y quién controla el aparatito? Exacto: la misma señora que amenaza con subirse en el próximo tren con destino a quitarse de en medio al pobre Sánchez.
No podemos decir que la presidenta de la Junta de Andalucía esté sobrada de finura retórica en el manejo de la metáfora. Ha sido meterse en este jardín literario de tema ferroviario y a los cinco segundos ya se vio con nitidez que no se perdona haberse quedado en el andén este verano. Si el tren vuelve a pasar, declaró, ya se verá. Que en román paladino viene a decir que observará las elecciones municipales con machete en mano y billete de ida a Ferraz. Queda usted advertido, señor Sánchez.
Una maquinista como la señora Díaz no ha nacido para quedarse sentada en la estación contando ovejitas. Y mucho menos si un error de cálculo le aconsejó no poner el pie en el tren de las primarias a la secretaría general. Una oportunidad como esa no pasa ante tus narices cada día. Desde entonces, se la llevan los demonios. Hasta tal punto que para coger el siguiente tren no tiene inconveniente en hacer descarrilar a Sánchez, al partido, al país y al sursum corda.