Sánchez ignora a Susana Díaz y subraya que optará a la Moncloa
Acusa a la presidenta andaluza de «hacer daño» al PSOE con el «ruido» que ha creado
Pedro Sánchez ha pasado, en quince días, de no creerse la decisión de Susana Díaz de disputarle la candidatura del PSOE a la Presidencia del Gobierno, a «atornillarse» en su sillón de secretario general y responderla a conveniencia. La última vez, ayer, cuando replicó a las afirmaciones que hizo la presidenta andaluza tras su entrevista con Mariano Rajoy en La Moncloa: Díaz hará lo que quiera, insistió, pero él va a cumplir su compromiso de presentarse a las primarias del 26 de julio. Y, de paso, aprovechó para lanzarle un rejón con los mismos argumentos que ella ha utilizado: «las luchas y los ruidos nos hacen daño».
Inicialmente, el líder socialista restó importancia a las críticas a su gestión en los primeros tres meses. Pero las alarmas se le encendieron hace diez días cuando leyó un artículo sobre el malestar de algunos barones: le acusaban de «malinterpretar» el apoyo que le habrían dado frente a Eduardo Madina en el congreso de julio. No era un cheque en blanco para ser candidato a La Moncloa, argumentan ahora esos críticos.
«Un estruendoso silencio»
Sánchez y su secretario de Organización, César Luena, hablaron con varios de ellos para sondear su disposición a una acción coordinada de respaldo... y cosecharon un estruendoso silencio. Sin embargo, y curiosamente, salieron en su defensa públicamente los del «bando» contrario, los que apoyaron a Madina: el extremeño, Guillermo Fernández Vara, y el asturiano, Javier Fernández; pero no a defender la gestión, sino a reclamar respeto a la figura de un secretario general elegido hace tan solo cinco meses. Con matices, se les sumarían luego el madrileño, Tomás Gómez; y el primer secretario del PSC, Miquel Iceta.
Desatadas las hostilidades, la esperanza de Sánchez y de la Dirección Federal del PSOE es que ese argumento empiece a calar en una militancia que no entiende el «ruido» cinco meses después de un congreso y a otros tantos de unas elecciones municipales y autonómicas en las que el PSOE se juega la supervivencia como fuerza de primer orden; «nos lo jugamos todo», señaló Susana Díaz anoche en una entrevista televisiva.
Ferraz anhela la posibilidad de exhibir un resultado aceptable en voto global que permita recuperar alcaldías de capital y algún gobierno autonómico si el PP pierde mayorías absolutas, como aseguran casi todos los sondeos. En previsión de ese escenario, Pedro Sánchez ya ha virado y lamenta haberse referido despreciativamente a Podemos como «populismo». Sabe que la única manera de que el PSOE vuelva a pisar moqueta en las autonomías y consistorios pasa por gobernar con el partido de Pablo Iglesias y con IU. Solo en ese caso Fernández Vara volvería a ser presidente de Extremadura; García-Page batiría a María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha; Tomás Gómez devolvería al PSM al Gobierno de Madrid después de 20 años; y Ximo Puig, lo mismo en la Comunidad Valenciana. Una línea estratégica frente a la que se sitúa Susana Díaz que ha marcado distancias abismales y ha sido tajante asegurando que se siente tan lejos del PP como de Podemos.
Cualquier otro escenario se presenta muy complicado para la continuidad de Pedro Sánchez. En circunstancias normales, nunca unos comicios autonómicos y municipales propiciarían la caída de un secretario general, pero la situación del PSOE es tan mala, y la alternativa escenificada estos días por Susana Díaz tan clara, que repetir el resultado de 2011 hundiría sus posibilidades como candidato en la medida en que catapultaría las de ella.
Por duro que parezca, ese escenario es ahora mismo el ideal para quienes, cinco meses después de haberle aupado, cuestionan al líder socialista. Y ese escenario está completamente abierto porque la propia Susana Díaz todavía no ha decidido por donde pasa su futuro. La presidenta andaluza lo ha dicho incluso públicamente, esperará a que pase el tren y ya verá si se sube. Los resultados electorales en las municipales serán clave para sus aspiraciones porque Susana Díaz sabe que en política el tiempo es un bien precioso. Y está dispuesta a conservarlo.
Su ejército en Madrid está, además, trabajando esta estrategia y por eso Antonio Pradas, secretario de Política Federal, se apresuró ayer en los pasillos del Congreso a circunscribir el encuentro de la presidenta andaluza con Rajoy en el «marco institucional».
Es «difícil» echar al líder
Pero, como dijo ayer a este periódico un destacado barón socialista que cree que muchos de los males actuales del PSOE vienen de la proclamación de Alfredo Pérez Rubalcaba adoptada en el 38 Congreso (febrero de 2012), «echar al que está sentado en la silla del secretario general es difícil». El siguiente cónclave no está previsto hasta 2016, tras las elecciones generales.
Estatutariamente solo hay una posibilidad de alterar ese calendario: forzar la dimisión de la mitad de la Ejecutiva Federal, como ocurrió el pasado verano en Castilla y León para forzar la marcha del anterior secretario general, Julio Villarrubia. En aquella ocasión, la maniobra estuvo orquestada por el exsecretario de Organización, Óscar López. Habrá que ver cómo actúan los barones tras las elecciones de mayo.