Violencia en el fútbol base
La Federación Cordobesa acumula expedientes y apunta a los padres como origen de la mayoría de los problemas
Para muchos, ya se ha convertido en algo normal. En la rutina de cada domingo: preparar la equipación del niño, ver su ilusión la mañana del partido, acompañarlo hasta el campo, escuchar insultos entre el público. Una situación que, por común, no debería dejar indiferente a nadie. En la Federación Cordobesa de Fútbol preocupa el tema, pero no resulta fácil cambiar una costumbre tan extendida. El incidente del pasado fin de semana, en el que un árbitro de sólo 15 años resultó agredido durante un partido entre alevines, sólo es la punta del iceberg. En aquella ocasión, el problema afectaba a los clubes de forma directa. Pero la violencia en el fútbol base y en el resto de competiciones amateur suele tener su origen en la grada. En los propios padres.
Los datos son reveladores. Tres campos cordobeses ya han sido cerrados en lo que va de temporada. Todos por incidentes originados entre el público. «Un espectador que salta y empuja al árbitro», ponen como ejemplo en la Federación. Una escena cotidiana. «No suele haber denuncias a la Policía, pero si el acta lo recoge como agresión, automáticamente se clausura el campo», advierten. Durante los primeros cuatro meses de competición, ya han disputado encuentros a puerta cerrada el Alcolea, el Posadas y el Baenense.
No se trata de acontecimientos aislados, puesto que otros cinco clubes se encuentran apercibidos de cierre: Palomera Naranjo, Fray Albino, Almodóvar, Baenense y Villafranca. Insisten en la Federación a la hora de identificar el problema: «¿cómo se puede controlar lo que pasa en las gradas?». La carpeta de «incidencias de público» rebosa de sanciones impuestas por el Comité de Competición. Colonia Fuente Palmera, Villafranca, Baenense, Almodóvar, Posadas, Guadalquivir, Villanueva de Córdoba, Los Califas, Deportivo Córdoba, Sur Unión Deportiva, Cerro Muriano, Belalcázar, Belmezano, Espeleño, Añora, Palomera Naranjo y Fray Albino. Un total de 17 clubes han sido sancionados por faltas leves que tuvieron un origen común: las gradas.
Mientras, los expertos se preguntan a nivel nacional cómo puede erradicarse la violencia en el fútbol. Políticos y dirigentes apelan a las leyes más estrictas e incluso crean otras nuevas. La consecuencia, de momento, no ha ido más allá de la anécdota. Momentos que rozan lo cómico en los estadios de Primera y Segunda. Letras de cánticos que varían para evitar el insulto, aficionados que se tapan la boca para evitar que las cámaras les delaten mientras pronuncian las palabras de siempre. Las que escuchan cada domingo, durante muchos años, tanto los niños que comienzan a darle patadas a un balón como los que acuden a presenciar competiciones de cualquier categoría y edad.
En la base, en el origen del problema, donde más falta hacen, se evaporan las leyes antiviolencia. Las sanciones deportivas que esta temporada ha impuesto la Federación Cordobesa no superan los dos partidos de clausura para campos, como los del Baenense, el Posadas o el Alcolea, en los que han existido incidentes «graves»; una catalogación que no reciben los insultos entre aficionados, las broncas o las faltas de respeto a los niños o al propio árbitro, salvo que el acta sea especialmente concluyente en este sentido. En la práctica no sucede, por lo que sólo cierran sus puertas durante un par de partidos los campos en los que se haya producido una invasión del terreno de juego o una pelea.
La pasión de los padres suele tocar fondo en el fútbol base cuando al cóctel se le añade alcohol. La venta y el consumo de bebidas alcohólicas en los recintos deportivos están prohibidos en España, pero en los ambigús de la provincia todavía se dispensan cervezas y combinados como parte de la ceremonia. De la tradición. Preparar la equipación del niño. Acompañarlo al campo. Desahogar las frustraciones de la semana con otro niño, el árbitro. La cervecita del descanso. La triste rutina de cada domingo.