El mayor premio es compartir

JERÓNIMO TORRES LOZANO

El pasado viernes 19 de diciembre será un día que nunca olvidaremos los trabajadores municipales del turno de tarde de la piscina de Aluche. José Javier vino a visitarnos. José Javier es un profesor de inglés que el lunes 15 de diciembre, por causas aún desconocidas, perdió el conocimiento y dejó de respirar mientras nadaba.

No habían pasado ni dos días desde que salió de la UCI y quiso agradecer, y ponerles cara, a las personas que le salvaron la vida. Ninguno de nosotros le conocía ni había hablado nunca con él. Se acercó primero al botiquín a ver a la enfermera. Luego, se acercó a la piscina para ver a los socorristas que lo sacaron del agua y lo atendieron en un primer momento. En el camino se encontró con una monitora de natación y un operario, que también ayudaron en la actuación, y se fundieron en un emotivo abrazo. José Javier nos trajo unos bombones, charló con nosotros amistosamente y nos contó lo emocionante que había sido el ir a ver a sus alumnos en el instituto, algunos de ellos también alumnos de nuestros cursillos de natación. La visita de José Javier nos emocionó a todos.

Cuando se fue José Javier, todavía emocionados, nos acordamos de Mario, el compañero socorrista de la piscina de La Mina que días antes había tenido igual experiencia, pero con desenlace trágico, pese a su impecable actuación. Mario se encontró solo. El botiquín estaba cerrado y sin enfermero. El ayuntamiento, por los dichosos recortes, decidió, hace ya más de dos años, prescindir del personal sanitario en las piscinas de menos de 500 metros de lámina de agua.

El viernes, todos los que compartimos con José Javier ese momento nos sentimos muy felices y orgullosos de nuestra labor como empleados públicos. Todos menos el director de la instalación, el concejal del distrito y la Dirección General de Deportes, que al parecer no se han enterado de lo ocurrido o quizás estén muy acostumbrados a salvar muchos documentos en su ordenador. No hemos recibido ninguna palabra de reconocimiento o agradecimiento por parte de ningún responsable. No lo necesitamos. La gratitud de José Javier, y el ver sus ojos azules abiertos, fue el mayor premio a nuestro trabajo que hayamos podido tener nunca.

El mayor premio es compartir

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