INFATIGABLES CONTRA EL TERROR ISLÁMICO
Aquellos que eligen la violencia son un peligro estén donde estén, y cualquier legitimación de la guerra santa es un suicidio para las sociedades democráticas. Las Fuerzas de Seguridad no pueden bajar la guardia
LA siniestra peregrinación de jóvenes desde Europa a los escenarios de las guerras en la orilla sur del Mediterráneo, sobre todo a Siria e Irak, constituye en estos momentos el factor más crítico de nuestra seguridad. La amenaza que representan esos aprendices de terroristas, alienados por el discurso de un islam extremista y violento, no puede pasarse por alto. Los datos de ese trasiego son cada vez más inquietantes, como hoy revela ABC en su Primer Plano: los servicios de información occidentales ya cuentan por miles los yihadistas reclutados en la retaguardia occidental. La formidable experiencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españoles en la lucha contra el terrorismo se está poniendo a prueba, hasta el momento con éxito, en esta nueva batalla que el mundo libre tiene que afrontar sin desfallecer.
Que haya europeos –emigrantes o conversos– que deciden ir a degollar a otras personas para ayudar a organizaciones terroristas, como el llamado Estado Islámico, no puede dejarnos indiferentes. Ni se soluciona, como dicen algunos, dejándoles partir hacia una muerte más que probable ni retirándoles el pasaporte. Aquellos que eligen la violencia son un peligro estén donde estén, y cualquier legitimación de la guerra santa es un suicidio para las sociedades democráticas. Las Fuerzas de Seguridad no pueden bajar la guardia y, si es necesario, la legislación debe ajustarse a la amenaza para castigar a aquellos que reclutan, adoctrinan o alientan a la violencia.
Tampoco sirve de nada pensar que por el hecho de que el grueso de la violencia se desarrolle en escenarios geográficamente lejanos estamos a salvo de sus efectos. Al contrario, cualquier acontecimiento puede poner en marcha a uno de tantos «lobos solitarios» que aguardan en Europa. Y, desde luego, el mundo entero sería un infierno si el autodenominado Estado Islámico llegase a convertirse verdaderamente en un estado y dispusiera de medios para extender su amenaza.
Pero, además de la lucha policial, es necesario un trabajo constante en la propia sociedad europea para impedir que esas ideas medren, especialmente en aquellos países donde se produjo una llegada masiva de inmigración musulmana, principales focos de estas siniestras agencias de reclutamiento. Y eso incluye que los propios musulmanes asuman expresamente, y con todas sus consecuencias, los valores del mundo libre. Hay una diferencia muy relevante entre aceptar simplemente una sociedad democrática viviendo en ella y estar dispuesto a luchar por defender sus valores cuando están amenazados. Estamos obligados a luchar con la fuerza de la ley contra la minoría violenta que intenta imponer un sistema totalitario y opresivo y a defender la libertad.