Paco BellidoAstrofotógrafo
«Observar el cielo tiene una función terapéutica»
EN blogs especializados este señor que ven en la imagen es conocido como el «cazador de lunas». Algunas de sus portentosas instantáneas han sido mencionadas por la mismísima NASA y en su disco duro conserva no menos de 150.000 imágenes del universo y su materia. Paco Bellido es astrofotógrafo. Es decir, un señor fascinado por el cosmos que lleva décadas inmortalizando con su cámara los misterios siderales.
—Lleva usted media vida mirando al cielo. ¿No le interesa la Tierra?
—Sí. Mi cerebro funciona con obsesiones. Ahora me ha dado por el arte moderno y estoy recorriendo los museos de toda Europa. Hace cuatro años vi una obra de Rothko y se me puso la piel de gallina. Pinta campos de color y en aquel cuadro había algo.
—¿Qué hay en el cosmos que no haya en la corteza terrestre?
—Unas condiciones tremendamente hostiles. En el 99,99% del universo tendríamos todas las posibilidades de morir en cuestión de segundos. Aquí no. Estamos aquí precisamente porque las condiciones del planeta lo permiten.
Paco Bellido no es astrofísico. Es traductor técnico de inglés y checo. Eso dice, al menos, su currículo profesional. Pero la pasión que ha vertebrado su biografía es el cielo y sus enigmas. Empezó persiguiendo un Ovni en las chapas de la Pepsi Cola cuando era un niño. El Objeto Volador no Identificado de regalo se había agotado y se tuvo que conformar con un libro de astronomía. El flechazo aún le dura. Y hoy escribe en alguna de las revistas digitales más reputadas en la materia, imparte charlas en foros y viaja por medio mundo con su equipo gráfico buscando auroras boreales, eclipses de sol y cráteres lunares.
«Me interesaba el cielo profundo, las galaxias, los cúmulos y las nebulosas», explica, «pero la contaminación lumínica me obligó a centrarme en el sol y la luna». La provincia de Córdoba solo tiene dos manchas oscuras óptimas para la observación: el norte de Hornachuelos y la zona de Santa Eufemia. Él observa a diario desde su propia casa. Dispone de seis telescopios de alta precisión, aunque las imágenes las toma con una simple web cam, cuya incorporación al mundo de la astrofotografía fue una auténtica revolución. La web cam permite exposiciones largas y tras un proceso de «apilamiento» de unos 2.000 fotogramas se logra una imagen nítida libre de las perturbaciones de la atmósfera. En su propio blog tiene colgadas fotografías formidables.
—¿Qué descubrimiento cambió su vida?
—El último estudio sobre radiación de fondo de microondas entra ya de lleno en la teleología, en el por qué estamos aquí, que es la gran pregunta, y si existe algo después.
—¿Observar el cielo le ha dado respuestas?
—Me ha dado preguntas sobre todo.
—¿Qué preguntas?
—¿Qué sentido tiene todo esto? Porque a fin de cuentas, ¿qué somos? Una parte del universo que ha tomado conciencia de sí misma y se hace preguntas. Observar el cielo tiene una función terapéutica: en el cielo hay un orden donde todo está donde se supone que debe estar. Y eso tiene un efecto sedante.
—Los blogs especializados lo tildan de «Cazador de lunas». ¿Lleva la cuenta?
—La observo en todas las lunaciones. Lo de «cazador de lunas» fue porque hay varias fotos mías que dieron la vuelta al mundo. Una del Castillo de Almodóvar, que fue Imagen Astronómica del Día de la web de la NASA. Y otra del Castillo de Espejo.
—¿Lo suyo qué es: ciencia o arte?
—Quiero pensar que es una combinación de las dos cosas. Aplicas técnicas científicas pero luego está tu propio gusto. En el mundo astronómico hay quien nos dice que somos «postaleros» sin valor científico alguno. Yo creo que sí lo tiene, aunque solo sea por despertar el interés entre la gente sobre el cielo que tenemos, que es un patrimonio que nos estamos cargando.
—¿El astrofotógrafo caza solo o en manada?
—Siempre solo. Hacemos muchas veces reuniones de amigos con telescopios y al final acabamos comentando cuestiones técnicas. La observación es un momento de recogimiento interior.
—No es partidario de las «star party».
—Sí, pero eso no es observación. Está bien para socializar.
—Incluyó una fotografía suya en el calendario de la NASA. ¿Paco Bellido ha tocado ya el cielo de la astrofotografía?
—No. La mejor foto siempre es la que tiene uno en mente. Tengo muchas ideas de imágenes que quiero hacer.
—¿Por ejemplo?
—Hay una foto que no ha hecho nadie y es muy difícil: una aurora boreal con el sol eclipsado. Y eso va a pasar dentro de unos meses. Hay un eclipse que va a cruzar Islandia y las Islas Feroe. El problema es que en el Atlántico Norte las nubes son una constante y las probabilidades de que esté despejado son muy bajas: alrededor de un 2%.
—Tiene usted los billetes comprados.
—No. Las probabilidades son demasiado bajas. Pero quiero hacer un viaje de auroras boreales a Finlandia.
—También hemos leído sobre su trabajo lo siguiente: «Monumento a la belleza». ¿Exagera o se queda corto?
—Me parece una exageración tremenda.
—Álvaro Giménez, uno de los directores científicos de la Agencia Espacial Europea, declaró: «Buscamos una Tierra gemela». ¿Palos de ciego?
—Se encontrará. Es increíble lo que ha avanzado la astronomía en la búsqueda de planetas. La técnica es capaz ya de medir la atmósfera de sistemas planetarios a años luz de distancia. Pensábamos que éramos el centro del universo y la astronomía se ha ido encargando de bajarnos del pedestal. Giramos en torno a una estrella, que es una más de la galaxia y la galaxia es una más de las miles de millones de galaxias que hay. Eso es una cura de humildad.
—Entre usted y nosotros: ¿hay vida ahí arriba?
—Tiene que haberla. Distinto es si vienen a visitarnos: y en eso rotundamente no. Que exista vida: sí. ¿Inteligente? Estamos en duda.
—¿Y ha visto algún extraterrestre?
—No, pero Ovnis muchos. Hay cosas en el cielo que no sabes qué son y después de investigar encuentras una respuesta. Hay quien jura ver uno y al final resulta ser un globo de aluminio que se le escapó a un niño.
—Usted no cree en Ovnis.
—Evidentemente no.
—¿Qué misterio esconde el sol?
—Muchos. Es algo absolutamente impresionante, no solo por sus dimensiones. En el sol se unen átomos de hidrógeno y forman uno de helio, que provocan neutrinos y energía. El neutrino llega a la Tierra en ocho minutos. Sin embargo, los fotones tardan 200.000 años en salir del sol. O sea, los fotones que te calientan hoy salieron del sol cuando el primer homínido estaba dando sus primeros pasos.
—En la obra de Antoine Saint—Exupèry, el Principito dice: «Lo esencial es invisible a los ojos». ¿Y al telescopio?
—Hay muchas cosas que no podemos ver con el telescopio y sabemos que están ahí. Buena parte de lo que forma el universo, la energía y la materia oscura, que conforman casi el 90%, es invisible y no sabemos qué es.
—¿Todo tiene explicación?
—Yo creo que sí. La cuestión es plantear las preguntas adecuadas. La ciencia trabaja paso a paso y llegaremos a explicar todo.
—También es usted «cazador de auroras boreales». ¿Cómo es la criatura de cerca?
—Una preciosidad. Otros amigos astrónomos consideran que el fenómeno más bonito es el eclipse total de sol, pero para mí no hay nada como una aurora boreal. Son unos velos que se mueven a velocidad tremenda y cambian a ojos vista. Cuando ves ese espectáculo sientes conexión con el sol, nuestra estrella madre.
—De la belleza interior hablamos otro día, ¿no?
—Mientras más aprendes más capacidad tienes de apreciar belleza en cosas que para el común de los mortales pasan desapercibidas.