La lógica aparece tarde en el Camp Nou
Era un imposible lo que tenía ante sí el Córdoba. El Barça en el Camp Nou. Pero supo aguantarlo, a su modo, bien. Durante 80 minutos. Porque resistió bien a un tempranero gol de Pedro y metió algún susto antes de que imperara la lógica con el paso de los minutos. Dio aires de suficiencia el coloso ante un Córdoba al que le sobraron los diez minutos finales. Especialmente, en lo que respecta a la actitud.
Así que el conjunto blanquiverde puso un agridulce final a su 2014, puesto que se marcha de vacaciones en puestos de descenso y sabiendo que su enero será tan clave en el campo como en los despachos. Y es que necesita refuerzos de verdad para acometer con garantías la segunda vuelta y pensar que la próxima temporada podrá acometer de nuevo el deseo de asaltar nuevamente el Camp Nou.
Djukic hizo una apuesta. El serbio eligió taparse, protegerse y mitigar todos los daños posibles para alargar el partido ante un Barcelona que jugaba con todo, porque se jugaba todo. Y es que un tropiezo culé hubiera supuesto un drama por adelantado en el mes de diciembre.
Así el Córdoba salió con casi todo lo defensivo que tenía en su convocatoria hasta el punto de que Ekeng hacía las veces de mediapunta o de mediocentro más adelantado. En todo caso, Djukic no engañó a nadie en su discurso y eso era de agradecer.
Sólo quedaba la duda de saber cuánto le duraría la estrategia. Es decir, si era capaz de provocar nervios en Can Barça. Pero la idea sólo duró dos minutos. Ni siquiera asedio. Un balón interior de Rakitic para un desmarque de Pedro a la espalda de Iñigo López y gol. ¿Un final demasiado pronto? Al menos, el ánimo de los azulgranas se apaciguó relativamente, porque la posesión no pasaba de manos sabedores de que su calidad haría el resto. Y, si no, algo de presión para volver a disfrutar del esférico. Así Iniesta y Luis Suárez merodearon los dominios de Juan Carlos sin terminar de concretar.
Y eso alimentaba, levemente, las esperanzas de un Córdoba que, a duras penas, pasaba del centro del campo. Es decir, que al chileno Bravo lo veían de lejos. Muy lejos. Eso aportaba comodidad a los azulgrana, que vieron cómo la primera tentativa del Córdoba fue un disparo de Cartabia a más de 40 metros de la portería. Al menos, fue un aviso para que después llegara la ocasión más clara. Ghilas cazó un balón y se fue en velocidad de Mascherano para adentrarse en el área y disparar desde un ángulo complicado. Entonces, el Camp Nou tuvo constancia de la presencia del Córdoba.
Eso cambió el partido. Porque el Barça se atascó con una circulación mucho más lenta ante un Córdoba que se soltó. Así, Bravo tuvo que intervenir —y todo— con un lanzamiento de Borja García desde el perfil izquierdo. En definitiva, el Córdoba se vino arriba y hasta empezó a creérselo.
Aunque escenario no era plato de gusto para Luis Enrique. El asturiano dio un toque de atención a los suyos desde la banda superada la media hora. Y éstos captaron el mensaje, puesto que se adueñaron del balón en busca de una sentencia «express» antes del descanso. Pero ni Messi, ausente en la primera parte, ni el resto de sus compañeros concretaban y eso daba alas al trabajo estoico de los blanquiverdes, que incluso pudieron asustar de no ser por exceso de individualidad de Cartabia, quien sigue muy a lo suyo. Poco antes del descanso, Jordi Alba tuvo el 2-0, al igual que Piqué pero Juan Carlos se lo negó. El Córdoba, ésa era la noticia, seguía en el partido pasados 45 minutos.
El Barça salió con sensación dominante y a los siete minutos Luis Suárez, en una combinación con Pedro, hizo el segundo (su primero en Liga). Tal vez, en ese momento se acabó el partido para el Córdoba. Al menos, el de la opción de los puntos. Pero quedaba el de salvar la cara e, incluso, el de un posible average con vistas al futuro. Así que Djukic apostó por no descomponer a su equipo.
Rakitic puso un balón en la madera, aunque lo realmente importante eran los daños paralelos que pudiera generarle la contienda para los blanquiverdes. Así Iñigo López pidió el cambio por una molestia muscular. Incluso pudo ser peor el bagaje tras una fea entrada de Mascherano sobre Ghilas, si bien se repuso el argelino.
Parecía que el Barça se conformaba y el Córdoba daba por bueno el marcador. Pero, en cualquier momento, podían ampliarse los guarismos, y así fue con un majestuoso testarazo de Piqué y dos apariciones de Messi, hasta entonces desaparecido. Al final, una goleada que ensuciaba una labor decorosa durante más de 80 minutos en un partido que no es de su guerra, porque se dejó llevar.