La Orquesta regala por Navidad el «Réquiem alemán» de Brahms
La formación y los coros Ziryab y Cajasur interpretan la obra hoy y mañana, dirigidos por Jesús López Cobos
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El nombre «Réquiem» está en la cabecera de las dos obras pero, aunque ambas son piezas del mejor repetorio europeo, no pueden ser más distintas. El 2 de noviembre, la Orquesta de Córdoba interpretaba, junto al Coro de Ópera Cajasur, el compuesto por Mozart en la Catedral, en el marco litúrgico para el que se escribió, es decir, una misa de difuntos. Ahora, la formación sinfónica prepara su ya tradicional y oficioso regalo de Navidad para sus seguidores y aficionados a la música y lo hace con otra pieza llamada de forma parecida, aunque de estilo y contenido muy distinto.
Para empezar, aunque su título sea «Un réquiem alemán» y su contenido sea religioso (o más bien espiritual), la obra que consagró a Johannes Brahms es más bien una meditación musical sobre la vida, un canto a la serenidad y la alegría. Los coros Ziryab y el de ópera Cajasur serán los compañeros de la formación en las sesiones de hoy y mañana en el Gran Teatro (20.30 horas), en las que se contará con un director de excepción: Jesús LópezCobos, uno de los maestros españoles más reconocidos dentro y fuera del país.
La obra tiene pasajes de la Biblia y que, según el propio López Cobos, habría consagrado a Brahms como uno de los grandes compositores aunque no hubiera escrito más que este texto. La soprano Arantza Ezenarro y el barítono David Méndez serán los solistas de la partitura.
Meditación humana
Tal y como dijo López Cobos (padre del actual titular de la Orquesta, Lorenzo Ramos), «es un réquiem humano», que escribió tras la muerte de su madre y de su mentor, el también compositor Robert Schumann. Se estrenó en 1866, en la Catedral de Bremen, pero pese a este continente sacro, «Un réquiem alemán» y sus textos son un híbrido entre la cantata y el oratorio donde dominan la misericordia, la compasión y el optimismo.
Famosa era la contraposición de esta obra con el «Réquiem» de Verdi, donde se incidía entre otras cosas en la hora de rendir cuentas de los pecados, conforme a ciertas interpretaciones católicas.
Así, la obra de Brahms está más próxima al luteranismo, pero tampoco es, como las de Bach, para interpretarse en el oficio litúrgico de las iglesias evangélicas, sino más bien para la meditación más bien humana, aunque busque con mucho ahínco la espiritualidad. No hay referencias a la vida eterna ni al juicio final, como sí sucede en otras piezas de la tradición religiosa de carácter cristiano.
La Orquesta de Córdoba culmina así un camino simbólico: de la angustia de noviembre, personificada en la obra de Mozart, hasta la esperanza de la de Brahms, cuando los anteriores y graves problemas económicos parecen dejar de amenazar el futuro de la institución cultural.