La sombra de la perfección

JOSÉ M. DOMÍNGUEZ

Luis Enrique tiene el objetivo de sacar lo máximo de una colección de estrellas que, en grupo, tocó techo hace un lustro

Fichajes estratosféricos, un entrenador joven, una cantera prolífica, veteranos de la máxima calidad en el vestuario... La fórmula parece perfecta. También lo pareció las últimas tres temporadas. Pero el final siempre es el mismo: otro equipazo que no consigue ni tan siquiera acercarse a aquel Barça que dirigió Guardiola en 2009. Cuando el listón lo pone el considerado por muchos como mejor equipo de la historia, buscar el camino a la perfección se convierte en una odisea.

La directiva azulgrana quiso cerrar los ojos, convencerse de que los títulos habían dejado de llegar en masa a las vitrinas por simple mala suerte. Enemiga de una renovación profunda, se puso en manos de quienes levantaron el sextete (Liga, Copa, Copa de Europa, Mundial de Clubes, Supercopa de España y Supercopa de Europa). Negó un «cambio de ciclo» que, finalmente, terminó por abofetear al barcelonismo. Si antes se miraba en el espejo de Guardiola para mejorar de una forma utópica; ahora le toca mirarse en el Madrid, en el Bayern o hasta en el Atlético para competir por los trofeos.

El objetivo de «Tito» Vilanova y el «Tata» Martino fue el mismo durante los últimos años: Ganar y enamorar con la pelota. Dispusieron de una plantilla campeona y de un presupuesto multimillonario para hacerla invencible. Pero ambos se encontraron con dos limitaciones superlativas: el famoso «estilo Barça» y la necesidad de adaptarlo cada vez más a los deseos de su principal estrella. Ninguno supo cómo hacerlo. Y ahora es Luis Enrique el encargado de hacer alquimia.

Ataque

El entrenador asturiano sigue buscando la forma de sacar el máximo tres de los mejores delanteros del mundo. El protagonismo de Lionel Messi en el juego de ataque culé crece en cada partido, aunque no por ello mejora el rendimiento del colectivo. Cuatro balones de oro después, el punta de Rosario puede decidir un encuentro de mil formas, todas fuera del alcance del resto de futbolistas. Pero a su lado pierden brillo jugadores del nivel de Neymar (este año, por fin, ha encontrado su sitio) o Luis Suárez (acusa, de momento, esa falta de adaptación que ya sufrieron genios de área como Ibrahimovic o Villa). Porque en el Barcelona, desde hace un lustro, el puesto de «9» es para el «10».

Los nombres siguen asustando. Y en el centro del campo todavía producen envidia. Busquets, Xavi, Iniesta, Rakitic... Pero el paso de los años no ha perdonado a la mejor generación de centrocampistas españoles. La calidad infinita no basta para pasearse por Europa como ataño. Pese al fichaje de Rakitic, uno de los medios más completos del planeta, la transición a la era post-Xavi se vislumbra aún tortuosa y, de algún modo, lejana e inminente al mismo tiempo.

Defensa

Donde no pudo esperar más el Barcelona fue en la defensa. Urgían fichajes y llegaron. Pero en apenas tres meses han demostrado que no harán olvidar a Puyol, Márquez, Piqué o Alves. Los dos últimos se mantienen en el equipo y su condición de titulares (el brasileño es duda mañana por unas molestias físicas), pero rinden a un nivel netamente inferior al que ofrecieron. Mathieu ha aportado velocidad y versatilidad, pero las contrataciones de Vermaelen o Douglas han sido un desastre.

En portería, una de cal y otra de arena para tomar el testigo de Valdés: ha convencido a propios y extraños Claudio Bravo, pero Ter Stegen ha sembrado dudas en sus escasas actuaciones.

Balón parado

No se había caracterizado el Barcelona por explotar las acciones a balón parado durante los últimos tiempos. Más bien, al contrario. La escasez de centímetros lastra a un equipo que se siente más cómodo en otras facetas del juego, si bien es cierto que dispone de lanzadores exquisitos para generar peligro desde cualquier zona del campo.

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