El partido que debió suspenderse
El árbitro decidió que se jugase pese a la niebla por el apretado calendario
La niebla del Córdoba-Granada superaba cualquiera de las condiciones que estipula el reglamento para la práctica del fútbol. La suspensión del partido hubiese sido la decisión correcta y lógica de cualquier árbitro, pero la dificultad para encontrar una fecha en la que se pudiese disputar el encuentro aplazado obligó a Álvarez Izquierdo a dar el pitido inicial.
La norma es clara: no se puede jugar en caso de que la niebla impida ver de una portería a otra o de una a otra banda. Unas circunstancias que no se dieron en El Arcángel. Tampoco se cumplió otra ley algo más accesoria pero que, sin duda, hubiese ayudado a público y protagonistas: el partido debió disputarse con un balón fosforescente y no blanco.
El reglamento de la Real Federación Española de Fútbol contempla, no obstante, que los árbitros deben apostar siempre, como norma general, por la disputa de los partidos. El aplazamiento queda así reservado para casos de «fuerza mayor», según recoge el artículo 240.2.
Miroslav Djukic, entrenador del Córdoba, estaba en lo cierto cuando cuestionó la decisión del colegiado de celebrar el encuentro. La niebla impedía la visibilidad exigible a cualquier partido de fútbol. Pero el árbitro ni siquiera tuvo que consultar a los responsables de ambos equipos. «No pidió opiniones», reprochaba el serbio. En la práctica, poco importaba el parecer de unos u otros.
No había fechas. Las vacaciones de Navidad comienzan en el fútbol español después de la decimosexta jornada de Liga, que enfrentará al Córdoba con el Barcelona (sábado, 16.00) y al Granada con el Getafe (domingo, 17.00). La competición volverá el 5 de enero para blanquiverdes y nazaríes, que se verán las caras también en Liga. Y para entonces ya deberían haber resuelto su eliminatoria copera, pues la ida de los octavos de final se disputarán entre el 6 y el 8 de enero. Sin romper las vacaciones, era imposible posponer el partido de la niebla.