HAMÁS ES UNA ORGANIZACIÓN TERRORISTA
LO que determina si Hamás es una organización terrorista no es una sentencia del Tribunal Europeo de Estrasburgo, sino su propia trayectoria y sus objetivos explícitos. Y por ahora, la organización que se arroga la representación del conjunto de los palestinos no ha demostrado, ni en los hechos ni en las intenciones, que haya abandonado la violencia como una parte esencial de su actividad política. Tampoco el hecho de que haya sido respaldada en un proceso electoral puede disculpar que sus dirigentes avalen el asesinato como medio de acción política.
El reciente fallo del Tribunal de Luxemburgo que rechaza su inclusión en la lista de organizaciones terroristas no pone en duda en absoluto esta condición, sino que se basa en una cuestión de garantías. Para los jueces, no es suficiente que lo indique una larga serie de informes de prensa, sino que es necesario un dictamen de una entidad con cierto peso institucional. La intención evidente de los jueces es reforzar la solidez de una decisión de este calibre, pero al mismo tiempo deberían proveer más explícitamente los medios para ello: cualquier organismo que pueda dictaminar si Hamás es una organización terrorista lo hará también basándose en las informaciones disponibles, como ha hecho el Consejo de la Unión Europea. Es evidente que esta decisión debe ser recurrida en el plazo más adecuado.
Pero el factor más relevante es precisamente la banalización de la violencia política dentro de un contexto nacionalista y religioso, que es precisamente el peor ángulo de todas las sociedades musulmanas contemporáneas. El terrorismo no merece ninguna retaguardia de comprensión, ni religiosa ni política, ni, por supuesto, tampoco jurídica.