Guerra se sienta por última vez en su escaño

«Dulce» adiós 37 años después

Alfonso Guerra llevaba sentado en el Congreso de los Diputados desde la legislatura Constituyente hasta la presente, la Décima. Y ayer, tras 37 años, dijo adiós a la vida política activa agradeciendo «el apoyo de los propios y el respeto de los ajenos», lo que para él supone «un dulce adiós». A lo largo de la jornada, el que fuera vicepresidente del primer Gobierno socialista fue recibiendo palabras cariñosas por parte de los portavoces de todos los partidos de la Cámara Baja en la que Guerra oficiaba como decano, puesto en el que le sucede José María (Txiqui) Benegas. No hubo ningún pero, ni ninguna hiel en su discurso de despedida en los pasillos del Congreso, sino más bien un repaso casi nostálgico a la trayectoria de España en la época democrática, sobre la que el diputado cesante no ahorró elogios. «Lamento que haya gente que piense que estos años han sido un fracaso, cuando han sido los mejores, con los lógicos altibajos. Con Franco España estaba fuera, no estaba en el mapa, y de pronto se logra, y se logra haciendo confluir a las dos Españas en una sola», proclamó. Su panegírico de la Transición y los tiempos que siguieron lo acompañó con fogonazos retrospectivos de su trayectoria personal traídos a la actualidad. Según afirmó, «la historia le ha hecho un regalo» porque él trabajó «en los cimientos de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos» cuando en 1996 trató de mediar, a pie de obra, por el fin de esa hostilidad, pero un «sabotaje» frustró sus gestiones.

«Dulce» adiós 37 años después

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