El Córdoba, eliminado entre tinieblas

NI con sol ni con lluvia. Ni con luz ni con sombras. Ni con niebla ni sin ella. El Córdoba empató (1-1) ante el Granada en el partido de vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey y quedó eliminado por un global de 1-2. Un partido que en un país normal jamás se hubiese disputado. Durante más de una hora fue imposible ver algo desde la grada por una intensa niebla. Y eso que el Córdoba empezó bien. Se adelantó con un gol de Florin a los cuatro minutos y realizó una primera mitad aseada. Sin embargo, volvió a desplomarse en la segunda tras un error de Saizar que permitió la igualada de Mainz.

Que anoche se jugase el partido es una vergüenza mayúscula que no puede pasar de puntillas. Una auténtica estafa a los aficionados que acudieron al estadio y para los espectadores que se sentaban ante su televisión. No es culpa del Córdoba ni del Granada, vaya por delante. Es consecuencia de una Federación incompetente hasta límites inadmisibles y de una competición profesional tan adulterada por los ingresos dispares por televisión como por la locura de un calendario que no admite aplazamientos.

Quien les diga que vio algo del primer cuarto de hora les miente. Era imposible observar alguna acción en el campo y en la tele. En el estadio sólo se salvaba la grada por la que en ese momento pasase el balón. Sé que Florin marcó el 1-0 en el minuto 4. No lo vi. Y, por tanto, les engañaría si les contara cómo fue. Sé que el CCF igualó la eliminatoria porque un sector del campo cantó gol, el tanto subió al vídeomarcador y, más tarde, en la repetición televisiva vi que el rumano celebraba algo. El gol, claro.

Sólo a partir del minuto 15 comenzó a atisbarse el juego en el césped. Cada vez con más nitidez. Y lo que se vio fue para estar satisfecho. El bloque de Djukic, muy cambiado respecto a la Liga, dominó completamente. Tuvo el balón, las ocasiones y no concedió opciones al rival. El serbio probó en partido oficial a Fede Vico de lateral izquierdo. También dio hueco a Crespo de central. Y confirmó que Florin, titular, es ya el segundo delantero del equipo. Por lo demás, el clásico 4-2-3-1 con Rossi de vuelta tras su lesión en el doble pivote junto a López Garai.

Antes del descanso, Abel Gómez y López Silva tuvieron dos oportunidades por cabeza para poner al Córdoba por delante en la eliminatoria. El sevillano en dos faltas directas. Una la sacó Oier. La segunda, un defensa. El onubense probó una de sus rosquitas desviada y luego hizo que Oier tuviese protagonismo para salvar el segundo en un trallazo.

A la vista del despropósito de verse superado, Joaquín Caparrós hizo el primer cambio en el ecuador de la primera mitad. Un delantero, Jhon Córdoba, entró por un extremo, Sissoko. Pero, ni el Granada llegó en todo el primer acto al marco de Saizar ni el CCF aprovechó sus opciones para poner la eliminatoria de su lado. La explicación es simple. Enfrente estaban los dos equipos que menos goles han marcado en Primera.

En el descanso, Caparrós también retiró al debutante central Nounkeu por Babin. Otra vez entre tinieblas en el estadio. También el Córdoba, que se desplomó en el segundo acto. Los problemas de visión con la niebla, además, regresaron. Era imposible de nuevo ver el juego. El fútbol debería abochornarse por situaciones como anoche. ¿En qué teatro, cine, ópera, musical o concierto de cierto nivel se permite pagar por algo que no se ve en gran parte de su actuación? Ni los ultras ni los insultos (injustificables ambos) son el único problema del balompié, quizás también hay algo en sus entrañas que está viciado.

Por eso, intuí polémica en el gol del empate que no se vio desde la zona de prensa. Mainz marcó el 1-1 en el 60 en una acción en la que la grada protestó airadamente. Ciertamente, el Granada había tomado más protagonismo en la reanudación.

El Córdoba intentó reponerse a la igualada. Se había acabado la opción de una prórroga y penaltis. Los locales necesitaban dos goles para alcanzar los octavos. Se animó el CCF con una acción de Fidel con pase de la muerte que no encontró rematador. Además, el Granada se quedó en inferioridad numérica por una absurda entrada de Javi Márquez sobre Gunino. Vio roja directa y dejó a su equipo con diez con 24 minutos por delante. Entonces, Djukic olió la sangre y metió a Ghilas. Fue otra muestra de impotencia.

Todo fue un pobre intento frustrante por conseguir recortar distancia en la eliminatoria que jamás llegó. El Granada se defendió con sentido y el bloque local perdió su orden pese a las incorporaciones desesperadas de Borja y Xisco. El Córdoba volvió a quedar eliminado en su primera aparición por segundo año seguido. La Copa no mola.

El Córdoba, eliminado entre tinieblas

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