PRIMERA PLANA

ATERRIZAJE FORZOSO EN LA REALIDAD

BALTASAR LÓPEZ

En la UE debían pensar que con los 13,5 millones que nos dieron para el aeropuerto ya éramos la pequeña Barajas del Sur

El Tribunal de Cuentas de la UE ha hecho números con el aeropuerto y no le salen. La Comunidad Europea nos dio 13,5 millones para contribuir a su remodelación, que costó un total de 80. Con esas cifras de altos vuelos, los tecnócratas de Bruselas debían tener la autoestima por las nubes. Imaginarían que habían ayudado a convertir nuestra capital en la pequeña Barajas del Sur de España. Pero, cuando han sobrevolado la ciudad, han entrado en barrena y han tenido un brutal aterrizaje forzoso en la realidad al ver que nos pulimos sus 13,5 millones y comprobar que los únicos vuelos regulares que hemos captado son los de los pajarillos que frecuentan el aeródromo.

Y los del Tribunal de Cuentas de la UE se han pillado un cabreo tan grande como un Airbus 380. Denuncian que la reforma del aeropuerto, que ha consistido en ampliar la pista para hacerla operativa, no tuvo una buena planificación, no ha aportado ningún beneficio cualitativo y no ha tenido impacto en la economía regional. Por si no quedaba claro, sentencian que no tenemos ninguna necesidad de una infraestructura de comunicaciones de este tipo.

No tendríamos que sonrojarnos si los 80 millones, pese a ser un pastizal, hubieran servido para recorrer la hoja de ruta soñada: un aeródromo modernizado debía ponernos en el mapa para que tomaran tierra aquí más visitantes extranjeros y el turismo de negocios. Lo que no podíamos imaginar quienes defendíamos, y seguimos haciéndolo diga lo que diga la Unión Europea, que necesitábamos un aeródromo es que nuestros altos cargos tenían puesto el piloto automático con rumbo al derroche. En 2005, cuando tomó cuerpo la reforma, el dinero público parecía no tener fin y era el combustible con el que despegaban las carreras de políticos como Magdalena Álvarez, la ministra de Fomento que impulsó la ampliación de la pista, y Rosa Aguilar, alcaldesa en esa fecha. Gracias a esta última, algo sobrevuela Córdoba, además del dichoso Antonov. Son los 17 millones —muchísimo más de lo previsto— que el Gobierno reclama hoy al Ayuntamiento por haberse comprometido a pagar parte de las expropiaciones necesarias para aumentar el área de aterrizaje.

En vez de garantizarse primero aerolíneas que operaran desde aquí y sólo después haber acometido un gasto de 80 millones, ambas echaron a volar sus delirios de grandeza dilapidando los fondos de todos; incluidos los del resto de europeos. Por eso no extraña el mosqueo de la UE. No debe sorprendernos si la próxima vez que vayamos a Bruselas a pedir una ayuda a sus dirigentes nos dan semejante puntapié en el trasero que nos ponen en Madrid —desde ahí, seguiremos volando a la capital europea a la espera de que una década de éstas logremos hacer operativo nuestro aeropuerto— sin necesitar avión de vuelta.

ATERRIZAJE FORZOSO EN LA REALIDAD

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