EL PRIMER GRAN PACTO SOCIAL
La positiva disposición al diálogo y al pacto de los sindicatos es relevante y mucho más constructiva que aquel recibimiento estéril que dispensaron a Rajoy: dos huelgas generales en menos de un año
LA firma de la nueva ayuda para parados de larga duración por parte del Gobierno y los interlocutores sociales constituye una grata noticia tanto en el fondo como en la forma, puesto que, además de paliar la difícil situación que sufren las familias más golpeadas por la crisis, este programa representa el primer gran acuerdo entre la patronal, los sindicatos y el Ejecutivo en lo que va de legislatura, reviviendo así el necesario diálogo social tras estos últimos años de enfrentamiento e inmovilismo por parte de UGT y CC.OO. Dicho pacto es más que bienvenido, puesto que amplía los mecanismos de protección vigentes, otorgando un nuevo subsidio de 426 euros al mes durante un semestre a los desempleados que hayan agotado la prestación, no dispongan de otros ingresos y tengan familiares a su cargo, beneficiando a un colectivo potencial de entre 400.000 y 450.000 parados que atraviesan graves dificultades.
Sin embargo, uno de los puntos más positivos del programa, cuya duración inicial se extenderá desde el próximo enero hasta abril de 2016, consiste en la puesta en marcha de medidas específicas, desde el diseño de un itinerario de formación propio hasta la aplicación de incentivos adicionales a las empresas, con el fin de facilitar cuanto antes la reincorporación de los beneficiarios al mercado de trabajo. En este sentido, no hay mejor política social que el empleo, y ahora que la economía crece y crea puestos de trabajo hay que hacer todo lo posible para que los parados de larga duración, cuya colocación es la más compleja, regresen al mercado laboral. Pero más allá de su contenido, destaca la constructiva postura que han mostrado los distintos agentes implicados durante estos meses de negociación para que el programa, finalmente, fuera aprobado por la vía del consenso.
Esta positiva disposición al diálogo y a la búsqueda de acuerdos resulta relevante en el caso de los dos grandes sindicatos, puesto que, hasta ahora, toda su estrategia había consistido en cerrar la puerta a la negociación. De hecho, avanzan incluso la posibilidad de lograr futuros pactos en materia de salarios. Esta actitud es mucho más sensata y productiva que la mostrada en el pasado. No en vano, UGT y CC.OO. recibieron al PP con dos huelgas generales en su primer año de gobierno, algo inédito en la historia de la democracia española, con el único objetivo de tumbar las políticas de reformas y ajustes que en esos críticos momentos precisaba el país para corregir sus desequilibrios y emprender de nuevo la senda del crecimiento. Pero ahora que la recuperación está en marcha y lo peor de la crisis ya ha quedado atrás, todos, sin excepción, tanto el Gobierno como la patronal y los sindicatos, deben intensificar sus esfuerzos y arrimar el hombro para que la creciente mejora económica llegue al bolsillo de los españoles.