LA RECETA
Pintada al cava
La pintada, ave de procedencia africana, ha hecho un camino inverso al del cisne o el pavo real: ha abandonado los jardines y se ha visto instalada en los fogones. Es un ave bonita, pero, a diferencia de las otras dos, su sabor merece la pena. Hablamos de la que también se conoce como gallina de Guinea, ave de ilustre origen, creada por Artemisa, que transmutó en estas gallináceas enlutadas a las hermanas de Meleagro, príncipe de Calidón, que lloraban su muerte. La diosa se apenó de ellas… y pintada tenemos. Su nombre científico responde a ambos orígenes: Numida meleagris.
Tiene un tamaño ideal para dos personas. Y da unos resultados excelentes a poco cariño que se ponga en su cocina. Vamos a hacerla muy navideña. Limpien el ave por fuera y por dentro. Rallen la piel de una naranja, teniendo la precaución de que no esté, como suele ocurrir, encerada, y hagan lo propio con un trocito de raíz fresca de jengibre. Unten el interior del ave con estas ralladuras y sálenla, añadiendo una bolita de su propia grasa. Salpimiéntenla por fuera y albarden sus pechugas, para que no se tuesten demasiado, con unas lonchas de tocino entreverado. Brídenla con hilo de cocina para mantener su forma, rocíenla con un hilo de aceite de oliva e instálenla, procurando que no quede demasiado holgada, en una fuente de horno. Tres cuartos de hora, aproximadamente, en horno previamente caliente (200 grados) bastarán. Cuando los jugos empiecen a tostarse, añadan un chorrito de cava. A falta de diez minutos, retiren las lonchas de tocino para colorear las pechugas. Una vez el ave fuera de la fuente, eliminen la grasa sobrante y flotante, cuelen el resto de la salsa y denle brillo con un trocito de mantequilla.
Soberbio. Un plato digno de los dioses… si no fuera porque los olímpicos tenían una dieta monótona de néctar y ambrosía, que digo yo que por mucho néctar y mucha ambrosía que sean acabarán cansando si se ingieren a diario… y los dioses eran inmortales. Mejor lo nuestro, sin ninguna duda.