Un Barcelona sin recursos

XAVI HERNÁNDEZ

La visita del Barcelona a Getafe sembró nubarrones en muchos sentidos. Para empezar, y así ya queda escrito, los Boixos Nois, de actualidad en los últimos días por el apuñalamiento de dos hinchas del París Siant-Germain, sacaron pecho y bufandas en la grada semivacía del Coliseum Alfonso Pérez. Triste y lluviosa imagen. Y por si había dudas, el regreso al día a día del club de este grupo radical relacionado con innumerables delitos no trajo nada bueno. Su estampa remite automáticamente a las etapas más oscuras, a tiempos de penurias deportivas, estrellas hastiadas y excusas manidas.

Excusas como las que pronunció después del empate a cero (empate a nada) Andoni Zubizarreta, encargado habitual de valorar los partidos de los culés en primera instancia, todavía en caliente. El director deportivo, caballeroso como siempre, dispensó al árbitro Vicandi Garrido del tremendo error que cometió al no señalar como penalti la mano deliberada de Valera, pero luego cargó las tintas del tropiezo contra el estado del terreno de juego y el horario del encuentro (16 horas). La explicación choca con la costumbre, ya que ni es raro que el Barça juegue en patatales ni lo es que lo haga a la hora de la siesta. De hecho, esta temporada los azulgrana vencieron contra el Athletic (2-0, jornada 3) y el Almería (1-2, jornada 15) a las cuatro de la tarde, que es precisamente la hora fijada para el próximo duelo ante el Córdoba. Y nadie dijo nada.

A la espera de Luis Suárez

No obstante, sirve el pírrico precedente de Almería, resuelto a golpe de individualidad, para poner de manifiesto que este año los de Luis Enrique fundamentan sus opciones en el peso específico de sus delanteros. No en vano, Messi y Neymar suman 24 de los 36 tantos que ha marcado el equipo en quince jornadas de Liga.

El Barcelona vive de la inspiración de ambos, sobre todo de la del argentino, y a la vez espera impaciente por que Suárez, el tercer hombre, empiece a demostrar con números por qué el club gastó 81 millones en su fichaje el pasado verano. Mientras, a juzgar por el juego y por sus declaraciones, el entrenador compra sin reparos a este Barça más fundamentado en la pegada que en el dominio de los espacios. Es menos previsible, de acuerdo, pero de momento no funciona: el Madrid, después de una racha interminable de triunfos, se escapa a cuatro puntos.

«Hemos sido mucho mejores que el rival», sentenció Luis Enrique en la sala de prensa del Coliseum de Getafe. «Si hubiéramos aprovechado las ocasiones que tuvimos hablaríamos de buen partido». El técnico asturiano defendió su obra y arremetió contra la falta de acierto para explicar el tropiezo. Ni rastro de autocrítica sobre la incapacidad de sus jugadores para encontrar soluciones contra una defensa bien armada que en realidad solo concedió peligro serio a balón parado. Sin noticias, por ejemplo, de por qué Rakitic deambula sin tener claras sus funciones, a caballo entre la espalda de Alves y la anarquía de un Messi que se apaga cuando le alejan de sus cómplices favoritos (Xavi, Iniesta y Neymar). Por cierto, el lateral brasileño sufre una elongación en el bíceps femoral, baja para medirse mañana al Huesca en Copa.

Un Barcelona sin recursos

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