Decana de Ciencias de la EducaciónCarmen Tabernero
«No hubiéramos avanzado sin incertidumbre»
La mañana en que tomó posesión como decana le pusimos la grabadora sobre la mesa. Experta en gestión de las emociones, nos avisa ante un mundo competitivo. «Juntos trabajamos mejor», sostiene

LLEVA más de 25 años estudiando el comportamiento humano. El de las organizaciones empresariales, el de los niños inmigrantes, el de los profesores de enseñanza, incluso el de los maltratadores, a quienes estudió en un proyecto en la cárcel. Quiere decirse que conoce con precisión los mecanismos que nos impulsan a actuar como lo hacemos. El día en que nos concedió esta entrevista acababa de tomar posesión como decana de la Facultad de Ciencias de la Educación, que es, de alguna manera, un nuevo desafío en su larga carrera como experta en psicología social. Veamos.
—El diccionario de la RAE dice sobre el término educación: «Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños». ¿Suscribe la definición?
—Hombre, doctrina...
—Le chirría.
—Bastante.
—Aquí no se da doctrina.
—No. Se trabaja hacia un pensamiento crítico.
—¿Para qué educamos a los niños?
—Para darles la oportunidad de desarrollar una vida adulta plena.
—¿Objetivo cumplido?
—Falta la segunda parte: que la sociedad les dé la oportunidad. Mi abuela decía que hay que tener la maleta llena. Pues bien: nosotros llenamos esa maleta de bagaje para que luego el alumno lo pueda usar en el futuro.
—Y le llenan la maleta de cosas buenas.
—Los niños están cada vez mejor formados. Pero se están dejando a un lado los valores de convivencia.
—No los echamos en la maleta.
—Tenemos un modelo de sociedad muy competitivo. Hemos cogido lo peor de los anglosajones, el individualismo, cuando éramos una sociedad colectivista. Y una sociedad no va bien si solo miramos a nuestros intereses.
—Es objetora de la competitividad.
—Tenemos que mostrar aquí que no competimos los unos contra los otros. Que juntos trabajamos mejor y logramos mejores resultados.
—¿Y tenemos buenos educadores?
—La evaluación del alumnado dice que hay buenos educadores.
—¿Quien controla la educación controla el futuro?
—La educación es el futuro.
Carmen Tabernero (Salamanca, 1968) construye respuestas concisas y clarificadoras. Se toma unas décimas de segundo de reflexión y nunca alarga innecesariamente sus argumentos. Quizás por esa concepción espartana de su Castilla natal donde estudió Psicología en una de las universidades con más tradición de todo el país. Su primer trabajo de investigación lo hizo en colaboración con Fasa Renault para un programa de empleados de edad avanzada en su factoría de Valladolid.
A la Universidad de Córdoba llegó en 2002. Su ficha académica indica que ha desarrollado líneas de investigación en Australia, Estados Unidos, Italia, Portugal y Gran Bretaña y que su trabajo con mayor repercusión académica se publicó en 1999 en la revista «Organizational Behavior and Human Decision Processes» sobre las variables que favorecen la toma de decisiones complejas en organizaciones. O sea.
—La RAE dice sobre la psicología: «Parte de la filosofía que trata sobre el alma». ¿Qué sabe usted del alma?
—La psicología ha recuperado el papel que tenían las emociones. Antes se trabajaba más en lo cognitivo, que tiene que ver con las competencias.
—Y las emociones quedan fuera de lo racional.
—Son elementos interdependientes.
—¿Cómo manejamos nuestras emociones?
—Vivimos en un contexto cada vez más de incertidumbre y protegemos a nuestros niños para que no perciban riesgo. Sin embargo, la vida nos enseña que tenemos que afrontar la incertidumbre, que tiene que ver con la gestión de nuestras emociones.
—¿Y cómo andamos de autocontrol?
—Bastante regular en el control de las emociones negativas. Y tiene que ver con el sistema competitivo. Percibimos cualquier error como un fracaso. Y son una gran oportunidad para aprender.
—¿Es partidaria de la incertidumbre?
—El ser humano no hubiera avanzado sin incertidumbre, si alguien no hubiera pensado que podemos salir de nuestra zona de confort. Hay que tomarla no como una amenaza sino como una oportunidad.
—¿La psicología qué es: ciencia exacta o evanescente?
—Es una ciencia en cuanto usa el método científico, pero no exacta porque cuando trabajamos con personas no podemos decir con un margen al 100% que algo va a ocurrir.
—¿Sabremos todo de nuestro cerebro?
—Se está avanzando mucho porque hoy se aborda desde la multidisciplinariedad. Antes pertenecía a la psiquiatría pero cada vez más se trabaja conjuntamente con la neurofisiología.
—¿Todo está escrito en las neuronas?
—Uno de los grandes avances está en el desarrollo de las conexiones neuronales. Cada vez que aprendemos algo se producen nuevas conexiones y expandimos nuestro conocimiento.
—Su currículo indica sobre sus líneas de investigación lo siguiente: «Analizar los procesos motivacionales para la toma de decisiones complejas». ¿Sabemos tomar decisiones?
—No. Usamos estrategias y no siempre son buenas. Las personas cometemos sesgos de manera continuada que tienen que ver con nuestro marco mental, con el miedo a la incertidumbre.
—Tomamos más decisiones con el miedo que con la razón.
—El miedo influye mucho. Pero también se analiza como rasgo de personalidad.
—¿Se puede cambiar?
—Se puede entrenar.
—El psicólogo es un entrenador del comportamiento.
—La psicología trabaja también en la modificación de conducta, en la persuasión, pero con patrones no basados en el adoctrinamiento.
—¿Dónde está la frontera entre educación y doctrina?
—No está muy clara. Desde que el niño nace empezamos a adoctrinar con pautas de comportamiento. El tema es las alas que dejas a esa persona para que salga de tu doctrina.
—Usted le deja alas a sus alumnos, naturalmente.
—Claro (risas).
—Un trabajo suyo examina la satisfacción laboral de los profesores de Secundaria. Usted dirá.
—Cualquier persona que trabaja en el servicio público tiene más posibilidad de padecer el «síndrome del quemado». Los profesores de Secundaria se ven impotentes para responder a las demandas de sus alumnos.
—¿Somos felices en el trabajo o sigue siendo un castigo divino?
—Ese es mi primer reto. Que las personas que trabajan aquí sientan una alta satisfacción por venir y la transmitan.
—¿Y cómo se hace felices a los trabajadores?
—La felicidad en el trabajo se basa en la posibilidad de desarrollar tus propias capacidades. La autopromoción.
—¿La felicidad es una aspiración vana?
—La felicidad es la guía de nuestra vida.
—¿Y en qué glándula se aloja?
—Antes se estudiaban con mayor profundidad las variables relacionadas con la depresión, que tiene un componente fisiológico. Actualmente, se trabaja más sobre la felicidad porque también tiene un componente fisiológico.
—Tiene usted un estudio exploratorio con agresores de género. ¿Qué hay en el cerebro de un maltratador?
—Es un trabajo realizado en la prisión con personas recuperables a través de terapias. Intentamos modificar su conducta a largo plazo y ponerlos en el lugar del otro.
—¿Qué hilo conductor los une?
—El machismo, la dominación y el sentido de la propiedad.
—¿Estos señores aprenden?
—Habría que hacer un seguimiento, pero es difícil.
—¿La violencia machista qué es: plaga o endemismo?
—No es algo nuevo y existe en todas las sociedades aunque no se produce en todas con la misma intensidad. Tiene que ver con la educación, que es el futuro para acabar con este mal endémico. Y ojo: no todo el papel es de la escuela sino también del que tienen que desarrollar los padres.