PRETÉRITO IMPERFECTO
Fiebre sanitaria
Tres proyectos de hospitales privados merodean el cielo de Córdoba. Si está en disposición de ponerse malo, es el momento
LLEVAMOS años contando una Córdoba idealizada como «El Dorado» sanitario. Tierra de curaciones y milagros. Si a los logros profesionales del Hospital Reina Sofía en muchos campos, especialmente el de los trasplantes con su irremediable márketing político, le sumamos los hitos que la sanidad privada viene cosechando en ramas como la oftalmología o la traumatología, entre otros, es normal que sumen alicientes en la dirección apuntada. En medio de esta cuesta empinada de la crisis y los recortes, el run-run de los hospitales privados se ha ido convirtiendo en una música de fondo, agradable, claro está, pero sin partitura. Al cordobés de a pie le produce el mismo orgullo «su» Reina Sofía que otros centros de corte privado que se han colado ya en el paisanaje humano como un activo más de la ciudad. Y la melodía no le incomoda. Lo que quiere es dejar a buen recaudo su espíritu y su cuerpo.
Desde la ruinosa Noreña y el primer proyecto que Balbino Povedano y Prasa pergeñaron hace más de dos décadas para reconvertir el frío inmueble de posguerra en un centro sanitario de últimas prestaciones, hasta las ya sabidas misceláneas de la Albaida, Rabanales 21 o el propio Hospital de la Cruz Roja. En resumen, mimbres —a los que se suman este último, el complejo de San Juan de Dios o la Arruzafa, entre otros— que no faltan para un cesto que siempre hemos imaginado como una obra de arte pero que nunca ha terminado de componerse. Hemos escuchado hasta el mantra del «turismo sanitario» de alto poder adquisitivo, y pronto hemos pensado en chilabas, jaimas y petrodólares aterrizando en el magnífico aeropuerto de Córdoba.
Justo en el punto álgido del despilfarro, cuando todo municipio andaluz que se preciara debía aspirar a un «doce de octubre» en pleno centro del pueblo gracias a la imparable Junta, o cuando la multiplicación del Hospital Reina Sofía era cuestión de varitas mágicas e infografías millonarias, llegó el tijeretazo y paso atrás. Economía sanitaria de guerra en el parte médico del enfermo. Pero hete aquí que la iniciativa privada no ha cejado en el empeño, mientras la pública se repliega haciendo demagogia barata, sabedora de que no tiene dinero y que, como ocurre con la educación en esta tierra de María Santísima, sin la muleta privada no podría seguir vendiendo las falsas excelencias del sistema.
Tres proyectos hospitalarios merodean la ciudad en franca pugna por llegar el primero a la meta. Si usted está en disposición de ponerse malo, es el momento. En una provincia con cerca del 20 por ciento de habitantes con tarjeta privada. Las tres iniciativas privadas suman unos 125 millones de euros en inversión y entre mil y mil quinientos empleos en un horizonte a tres años. Los tres no caben, y lo saben sus promotores..., y el SAS. Pero uno sí, con plena seguridad. Y dos, con dudas razonables.
El Averroes está impulsado por un grupo de profesionales cordobeses que han tirado de fondos de la UE con la gestión de la Junta, paradójicamente, y a los que les falta una cuña de financiación clave para pasar del movimiento de tierra al ladrillo. Quirón, el grupo con más centros en España, y en un proceso de venta, le va a la zaga y anuncia obras para enero en una parcela a pocos metros del gran complejo público de Poniente. Su escollo principal dijérase que está en el pasado: la necrópolis de arrabal califal que puebla esas latitudes. Las elecciones dirán. Y Prasa, el más antiguo en estas lides, juega a la estrategia de la tortuga (sin prisa, pero sin pausa) tras lograr la cesión de la antigua Escuela de Agrónomos. Ultima la financiación y aguarda a los tiempos urbanísticos, tan famosos en Córdoba. Bienvenida sea la fiebre sanitaria, y que gane el mejor (pero que gane alguno).