Djukic sacrifica a Cartabia
El técnico confía en el mismo bloque que venció al Athletic en San Mamés, pero choca contra el Levante en la medular
LO había buscado durante 15 jornadas y, por fin, el Córdoba encontró en la decimoquinta un sistema que lo define. Nadie sabe por cuánto tiempo; dependerá de los resultados. Pero hasta que los empates y derrotas no hagan olvidar a Miroslav Djukic su triunfo en San Mamés, será difícil que el técnico blanquiverde deforme su trivote (Deivid, Luso, Abel). Lo mantuvo frente al Levante a pesar de todo. A pesar de que Lucas Alcaraz dibujó un esquema igualmente conservador para sus hombres. A pesar de que el empate dejaba un regusto amargo a la grada de El Arcángel. Incluso a pesar de Cartabia.
No le tembló el pulso al entrenador para dejar fuera del once a su estrella. Lo único fundamental en el Córdoba post-primera victoria es el cemento en el círculo central. Y de eso sobró anoche. En este equipo, diseñado en verano para ofrecer un fútbol vistoso, se quedaba el argentino en el banquillo. Junto a él, López Silva. Caballero, sin convocar. El talento tendrá que esperar. De momento, el argumento al que se agarrará el cuadro califal para buscar la salvación será la briega. Tanto a domicilio ante un rival de Liga de Campeones, como el Athletic; como en casa contra un rival directo, como el Levante.
Con un esquema prácticamente calcado —sólo variaba en el lateral izquierdo, donde Crespo suplía al sancionado Pinillos— el Córdoba ofreció ayer un nivel muy inferior al que exhibió hace una semana. Entonces descubrió Djukic la fórmula de la victoria. Cuando menos lo esperaba, harto de experimentos y en un partido que planteó para empatar, ganó. Y parece obvio que atribuyó a su planteamiento gran parte del mérito en aquella hazaña.
Quién sabe si también daba por bueno el empate frente al Levante. Quizá confiase en vencer gracias a alguna acción aislada. Lo único cierto es que costaba distinguir entre los blanquiverdes y los azulgranas a un conjunto que actuase como local. Los pitidos de un público que estrenó una nueva forma de expresión —ya no puede insultar— fueron la única señal que advertía que aquel triste espectáculo que tenía lugar bajo la lluvia se desarrollaba en el césped de El Arcángel. Se desesperó la grada, que confió durante más de una hora en que Cartabia saliese para cambiarlo todo. Aunque el que menos intención tenía de variar el guión era Miroslav Djukic. Metió al «10», pero el sacrificado fue Fidel, otro de los pocos recursos ofensivos que poseía el bando califal. El hallazgo de San Mamés, ese rocoso centro del campo en el que también tienen cabida los centrales, es inamovible.
Sólo en el tramo final se decidió el entrenador cordobesista a darle algo más de mordiente a su ataque con la sustitución de López Silva por Abel. Antes había insuflado oxígeno al doble pivote: Ekeng por Luso. Gladiador por gladiador. Junto a ellos, se mantuvo hasta el final Deivid. Al canario lo descubrió Djukic como centrocampista en el amistoso frente al Málaga. El experimento le gusta.
Su equipo acumula ahora dos jornadas sin perder. Tampoco ha encajado gol. El entrenador tiene dos motivos de mucho peso a los que agarrarse para dar continuidad a su sistema. El Córdoba ya sabe a lo que juega, aunque en partidos como el de anoche cueste disginguir a qué. Tendrá que acostumbrarse la plantilla y, sobre todo, tendrá que hacerlo el público de El Arcángel. En casa, a la afición se le ha olvidado celebrar las victorias de los suyos. Y el cuadro califal tendrá que sufrir para lograrlas sin su estrella y con el dibujo que nació en San Mamés.