Huelga general en Italia
Renzi no cede ante el inmovilismo
Ni siquiera las advertencias de Bruselas, cada vez más serias, han logrado intimidar a los sindicatos italianos, aferrados a un mercado laboral cuya reforma resulta imprescindible para la recuperación económica. Ayer fueron a la huelga y paralizaron buena parte de la red de transportes del país, objetivo prioritario de cualquier «piquete informativo». Son ellos, sin embargo, los que no se dan por enterados. Confiada en la inercia, Italia ha dejado pasar demasiado tiempo sin acometer unos ajustes estructurales que hoy le pasan factura y alarman al resto de Europa. Matteo Renzi, sin demasiada prisa, ha reabierto la caja de los truenos al afrontar una reforma laboral que ya hizo tropezar y recular a sus antecesores en el cargo de primer ministro. Incluso su propio partido se ha dividido ante una decisión, forzada por las circunstancias, que ayer tuvo cumplida respuesta en la calle. Hubo graves incidentes en Turín, y también en Milán y Roma. Eran previsibles. La reacción que no se produjo fue la de Renzi, decidido a mantener un plan por el que no solo pasa la recuperación de su país, sino la confianza de Europa en sí misma.