El Madrid viaja a Marruecos con los deberes hechos
Los de Ancelotti sufrieron en la primera parte, pero terminaron resolviendo gracias a su enorme pegada ante un correoso Almería
CasillasPepeVaraneMarceloIllarraKroosIscoBaleCristianoBenzema Coentrao (84)
GOLES
0-1. m. 34: Isco. 1-1. m. 38: Verza. 1-2. m. 41: Bale. 1-3. m. 86: Cristiano. 1-4. m. 88: Cristiano Ronaldo.
EL ÁRBITRO
Álvarez Izquierdo (Comité catalán). Amonestó a Verza, Bale, Dubarbier, Illarra, Marcelo, Soriano
RubénFran TrujilloNavarroMacedoThomasVerzaDubarbierSorianoEdgarHemed Jonathan (58)Wellington (66)
El Madrid afrontaba su último partido liguero del año antes de Marrakech y el Mundial de clubes. Pudiera ser unos de los años más exitosos de la historia blanca. En el ambiente, una sensación de etapa conseguida y hasta de cierto cansancio antes de nuevos retos.
Un viernes se hace raro ver al Madrid. En Almería, como en toda España, había ambiente de comidas y cenas de empresa, no de fútbol. Abrazos de increíble concordia laboral, ruido de tacones, el día para que los más tímidos la oficina se suban a las mesas. Antes del comienzo, homenaje local a un cocinero ganador del concurso Master Chef. Qué no le harán cuando consiga una estrella Michelín...
Ánimo y buena cara
Por parte del Almería, ánimo y buena cara ante las adversidades. En el Madrid, el 4-3-3 con la BBC cambiante de posiciones, pero algo blanda en defensa. Es decir, disposición psico-táctica de partido en casa de los sencillitos, un error en las salidas. El indicador es claro: ¿Qué hace Bale? Más de delantero que preocupado del carril. Illarramendi acompañó muy testimonialmente, como uno del cuerpo técnico metido en el rondo. Había poco regate de inicio en el Madrid, poco desborde. Y esa finura en la zancada del que no quiere comprometer en exceso los tobillos.
Empezó el Almería con peligro de Dubarbier en el primer minuto. Después, correrías de a delantera blanca. Bale para Cristiano; Cristiano para Benzema. Estupendo lanzamiento al larguero de Kroos y buena visión de Marcelo, que dejó a Bale en disposición de asistir a Benzema. Estuvo bien el lateral brasileño por su banda.
Pero fue Isco el que abrió el marcador en el 33. Pase transoceánico de Bale, control con el pecho en banda izquierda, amague y balón ajustado al palo. Al que en el argot se llama incomprensiblemente palo largo.
Al poco, en el 38, Varane peina un rechace en su área que le queda a Verza al borde del área ante la contemplación de los jugadores del Madrid. Verza enchufó un disparo malintencionado que la estirada de Casillas no pudo detener. El portero se miraba después los guantes y los ajustaba como estableciendo con ellos un compromiso. El borde del área blanca fue una región que el Madrid se esforzó en cubrir tras la marcha de Alonso. El gol era un desliz achacable a la concentración.
Debilidad de remos
El partido del Madrid empezaba a pintar como las salidas de antes del ciclo Mourinho-Ancelotti. Debilidad de remos, holgura de líneas. Pero en el 40, Kroos metió un pase en banda derecha perfecto (no era el primero durante el partido) para que Bale rematara de cabeza con solvencia de nueve. El Madrid se iba tranquilo al descanso y al Almería le quedaba la vieja sensación fatídica del modesto. Y un debate abierto sobre la delantera blanca y el reparto de focos: Bale, que no defendió mucho, que tuvo los ramalazos guadianescos de costumbre, había contribuido al primer gol y marcado el segundo. Más que nadie.
Al poco de reanudarse la segunda parte, Bale tuvo el partido. Una contra clara. Él con el balón, delante la puerta y el portero y cerca Benzema, en el que no pensó. De Bale lo preocupante no es la inconstancia, que es parte de su sobresaliente naturaleza, lo preocupante es ese puntito egoistón que le asoma últimamente.
Almería lo puso todo en el campo y el Madrid comenzó a manifestarse mediante contragolpes. Participaba Cristiano, pero faltaba aún su aportación. Chut tras jugada de Isco en el minuto 56. El campo se alargaba, los equipos se partían. En ese estado de laxitud, Bale se comprometió algo más con la defensa. El Madrid no tenía la pelota y el Almería llegaba por bandas. Eran los peores minutos que se le recordaban al Madrid. En una de éstas, Marcelo derribó a un rival en el área. Penalti claro, tarjeta a Illarramendi (que no se sabe qué pudo protestar siendo Illarra como es) y parada de Casillas de las que valen puntos.
El susto aglutinó esfuerzos en el Madrid, pero a la mínima se le partía el equipo en dos: uno hasta Kroos, otro desde Isco. Viejos vicios. Ronaldo, que estaba por aparecer, aprovechó el pase de Benzema. Logró la paz estadística y cerró el partido con dos goles en los últimos minutos. Ya lleva veinticinco.