UNA RAYA EN EL AGUA

VERDUGOS

IGNACIO CAMACHO

Contra el marbete de derecha asesina de mujeres y pobres, el Gobierno se va a defender con la economía y mucho diálogo

AL ministro Alonso, que tiene aspecto de no haber roto un plato, le ha llamado «verdugo de mujeres» una diputada del PSOE. Como es titular de Sanidad le podría haber añadido verdugo de niños y ancianos indefensos pero el debate iba de violencia de género. Es decir, que según su señoría Carmen Montón Alonso es el autor intelectual de los crímenes machistas cometidos y aún por cometer en desobediencia de la adánica ley de Zapatero, en línea con la vieja tesis de la derecha asesina que hace poco esgrimía Ada Colau al calificar el brote de ébola –cero muertos– como un «exterminio encubierto» del Gobierno, una estrategia para eliminar pobres y ahorrarse subsidios. Cuento antiguo: en la República circulaba el bulo de los caramelos envenenados de las monjas, que hoy habría hecho fortuna por internet. Alfonso Alonso, fiel a la tradición moderada y cristiana de poner la otra mejilla, respondió a la enormidad sin alterarse ofreciéndole a la congresista diálogo, mucho diálogo.

Hace diez años, la izquierda también le gritó «asesino» a Aznar en la calle. El crimen era el atentado del 11-M, cuyos autores, que teóricamente vivían en Lavapiés, fueron identificados por la turba no en montañas lejanas ni desiertos remotos, sino en la mismísima Moncloa, ahí al ladito. Aquella asonada en jornada de reflexión, con cerco de sedes incluido, les pareció a algunos espíritus quisquillosos una modalidad indirecta de golpe de Estado, pero más modestamente se trató strictu senso de un delito electoral por el que nadie ha pedido responsabilidades. Ahora otras diputadas socialistas –¿qué arenga les habrá dado Pedro Sánchez en el desayuno?– reivindican para su causa la paternidad del motín de los sms en pugna con el inevitable Pablo Iglesias, que reclama para sí este blasón de buena puntería política. Los de Podemos, tras haberse atribuido la abdicación del Rey, han cogido carrerilla y de un momento a otro se espera el comunicado reivindicativo del bando de Móstoles, la Semana Trágica, el 14 de abril y la muerte de Manolete. La de Franco no porque incluso ellos, gente estudiada, saben que no fue exactamente producto de la acción popular revolucionaria. En cualquier caso el fiscal del Estado permanece ajeno a esta porfía retroactiva sobre la autoría de aquella violación de las normas electorales, ocupado como debe de andar en la defensa de oficio de la Infanta.

De modo que ya sabemos el debate que nos espera de aquí al final de la legislatura: el pueblo contra la derecha asesina de mujeres, exterminadora de pobres y cruel torturadora social. Para qué acusarla de corrupción, pecata minuta, si se le pueden endilgar crímenes contra la Humanidad. A estos sofisticados argumentos pretende replicar el Gobierno esgrimiendo abrumadoras estadísticas sobre la bajada de la prima de riesgo, el alza de la productividad y la presunta mejora del consumo. Y diálogo que no falte.

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