PERDONEN LAS MOLESTIAS
EL PASTORCILLO DE MONTORO
Hemos visto reclamos electorales para todos los gustos. Pero el christmas de Sánchez Villaverde forma parte de otra dimensión
EL océano electoral está revuelto. No hay nada más que ver al alcalde de Montoro vestido de pastorcillo para hacernos una idea de hacia qué abismo nos enfrentamos. Si no han visto aún el christmas con que el Ayuntamiento montoreño les felicita la Navidad búsquenlo. No se lo pierdan. Contemplarán en todo su esplendor al señor Sánchez Villaverde con pelliza de borrego, camisa de cuadros y morral a la bandolera. Lo que más nos conmueve es su semblante angelical y la naturalidad con que sostiene una cabrita en sus manos. Como si hubiera ejercido de pastorcillo en el Portal de Belén cada Nochebuena desde hace dos mil años. Dos mil catorce para ser exactos.
El bonete corona una estampa impagable sobre fondo bucólico. En ese contexto, no nos sorprende el uso de la caligrafía decimonónica, en letra cursiva y colas estiradas hasta el empalago. Estamos en Navidad. Y en precampaña, por lo que parece. Cada cual es libre de desear las fiestas como le plazca. Faltaría más. Pero la postal nos indica sin equívocos que avanzamos hacia un año electoral a cara de perro.
Hemos visto reclamos electorales para todos los gustos. Obras faraónicas, polideportivos a toda castaña, paradas del AVE, polígonos industriales de alta tecnología, palacios de congresos de autor y hasta el pleno empleo. Sí, pleno empleo. Lo del señor Montoro forma parte, sin embargo, de otra dimensión. De una nueva modalidad de entender la mercadotecnia electoral, un poco anclada en el pasado, un poco anticipando el futuro. Cualquiera sabe.
Quizás estemos ante las campañas de imagen del tercer milenio. Tal vez ante las del medievo. No es fácil hoy desentrañar en qué momento de la historia nos encontramos y mucho menos si está usted tan tranquilo en su casa durmiendo la siesta y se le cuela en su buzón el christmas de Montoro. En ese caso, no caiga presa del pánico. Respire hondo y acepte las incertidumbres del futuro.
Ignoramos qué urgencias orgánicas habrán empujado al alcalde de Montoro a desearle felices fiestas a sus convecinos de esta guisa. Si quiere volver a presentarse de nuevo como cabeza de cartel en las municipales de mayo está apostando fuerte. Muy fuerte, desde luego. No hay rival que se atreva a tanto. Bueno, no estamos seguros. Hoy día la competencia por un puesto en las listas es feroz y cualquiera puede estar dispuesto a vestirse de lagarterana en cualquier momento.
Sánchez Villaverde se ha vestido de pastorcillo. No lo hubiera imaginado cuando lideró la lista del PCE en 1979 como independiente y se hizo con un acta de concejal. Antes nadie estaba dispuesto a pagar un precio tan alto por ser alcalde. Desde entonces, no ha abandonado el salón de plenos. Primero como teniente de alcalde y desde 1997 como regidor en las filas del PSOE. Su trayectoria política en los años sucesivos ha sido impecable desde el punto de vista del apoyo popular. Cuatro elecciones locales, cuatro mayorías absolutas.
Es con estos resultados inapelables en la mano cuando uno se hace la siguiente pregunta: ¿era necesario esto? Podría entenderse que el señor regidor solo ha querido tener un gesto entrañable ante sus vecinos. Un último detalle de despedida con los votantes que han revalidado su gestión año tras otro. Pudiera ser. Entra dentro de lo posible. En ese caso, solo nos queda felicitarle las fiestas y desearle una precampaña en paz y concordia con los suyos.