Cáritas: «Hospital de campaña»

MANUEL ARMENTEROS MARTOS

La institución de Cáritas se ha convertido en la actualidad en un verdadero «Hospital Social de Campaña». Los brazos y corazones caritativos, sensibles y misericordiosos que la integran, surgidos de las Diócesis de España, se ofrecen y trabajan desde sus centros parroquiales principalmente. Y en colaboración con otros organismos sociales socorren y hacen frente puntualmente al sufrimiento de las personas que «están fuera» o no «cuentan socialmente» y han sido «descartados», como denuncia reiteradamente nuestro buen Papa Francisco y a su acogida a todos invita.

Esta organización humanitaria de la Iglesia Católica, creada en España en 1957, hoy se encuentra a pleno rendimiento sincronizado (aún alejada de su nivel de máxima eficacia), actuando a manera de un ejército civil asistencial, nutrido mayoritariamente por personas com-prometidas permanentemente de manera gratuita y desinteresada, reconocidas como «voluntarios», que ayudados por hombres y mujeres que auxilian en determinadas funciones, llamados «colaboradores», entregan y donan sus manos, cabeza y corazón a todo necesitado que a Cáritas se acerca en solicitud de ayuda, llamados o motivados por el amor fiel y verdadero que nace del Evangelio. Dentro de ellos también forman parte de la Institución personas altruistas de buen corazón y voluntad. Todos ellos tienen un rasgo común: un marcado amor al prójimo.

Desde este hospital de campaña social imaginario que representa Cáritas se pretende cortar la hemorragia de la herida social que traen las personas que llaman a su puerta. ¿Cómo? Mediante la acogida y escucha de sus diversos problemas, consiguiendo así que la persona se sienta reconocida y aceptada. Tratando de restablecer su dignidad, su identidad y su relación con nuestra sociedad, haciéndole ver su propia valía personal.

El ideal al que aspira Cáritas es que, pasada la situación crítica de «cura de urgencias» física y anímica, puedan estas personas «pasar a planta», y desde allí darles el alta social, por considerarlos aptos para incorporarse a la sociedad, y a ser posible con trabajo. Para ello…, a Cáritas se le deberían facilitar medios, tanto de la Administración del Estado como de las empresas para facilitar la integración laboral de estas personas, haciendo realidad un sabio proverbio chino: «No me des un pez; enséñame a pescar». Desde estas líneas y en estos días, aprovecho para agradecer tan humana labor, de pura esencia cristiana, tan cirenea como samaritana, que restaura y hermana corazones.

¡Feliz Navidad a toda la familia humana y espiritual de Cáritas!

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